Ya os conté hace tiempo que me había dado cuenta de la operación de riesgo que suponía la depilación con cuchilla estando embarazada. Pero la verdad es que los cambios físicos te ponen en más de un "aprieto".
Con Paula no me acuerdo de que me limitaran tanto. Puede ser que tuviera menos volumen, aunque yo recuerdo una enoooorme barrigota. Es verdad que con Héctor he cogido más peso, pero la barrigota la veo igual, aunque casi todos los kilos han ido a parar allí. Tendré que buscar fotos para que podáis comparar.
De aquella época me acuerdo que iba a clases de danza del vientre. Me apunté mucho antes y en el embarazo ya estaba en el tercer nivel. Una de las cosas que se hacían eran diagonales con giros. A mi nunca me supusieron un problema, pues en rítmica los hacíamos todos los días. La cosa se complicó cuando comenzó a cambiarme el centro de gravedad día a día. Cuando haces una vida normal el cambio se controla, pero cuando estás dando giros sin parar, se convierte en otra "operación de riesgo". No hacía más que preguntarme ¿En qué momento me caeré al suelo? A si que terminé por hacer "una sentada" cada vez que tocaba ese ejercício. Ni qué deciros lo que se complicaban esos tan sugerentes en los que tenías que meter barriga y sacar barriga, al estilo Shakira... vamos, que en mi estado no había diferencia posible por más que me esforzara.
En este embarazo los cambios me han limitado más, o me he fijado más en ellos. Por ejemplo, os cuento algunos:
* Colgar la ropa. Al principio la barriga no molesta, la cuelgas como si nada. En el segundo trimestre ya te tienes que poner un poco de puntillas, hay que levantar la barriga por encima del poyete. Y al finalizar el tercero, con las dimensiones y la barrigota más baja, tengo que dar una especie de minisalto, acomodar la barriga sobre el poyete y el borde de la ventana y así, intentando no perder el equilibrio ni la postura, tender toda la lavadora.
* Abrocharte los zapatos, en mi caso el nudo de las deportivas. No sé por qué el pie izquierdo me cuesta menos que el derecho, en el que no llego. Bueno, creo saberlo, Héctor está en ese lado y me impide "aplastarle". El caso es que o encuentro un taburete o algo similar donde apoyar el pie para atarme los zapatos o, como lo tenga que hacer sentada, realizo un cruzado mágico de piernas y el nudo me queda un tanto ladeado
* Conducir. Por cierto, siempre con el cinturón para embarazadas, te quita de algunos sustillos. El hecho es que depende del coche. Si hablamos del monovolumen, como los asientos son tipo butaca, ningún problema. Solo que ese es el que se lleva Raúl. Yo me quedo con "el chiquitín", el AX. Ahí la cosa se complica. El espacio es más reducido, el culo baja más y las rodillas las tienes más cerca del pecho, la barriga se comprime y el respirar se dificulta. ¡Y qué deciros de salir del coche! Vamos, que la sensación es similar a la que tendría en circunstancias normales, saliendo de un Maserati. ¡¡¡Estoy pegada al suelo!!! Solo que mi coche no es ni tan bueno, ni tan seguro, ni tan deportivo. Y lo mejor, no se os ocurra nunca, pero nunca, aparcar el coche dejando vuestra puerta bloqueada por un obstáculo (en mi caso había mercadillo y el único hueco que encontré fue pegado al contenedor de papeles, y no conté con el bloqueo, sino habría aparcado de frente, en vez de como lo hice). ¿Os cuento la sensación? ¡La de una ballena en una pecera intentando girarse! Quince minutos para salir por el lado del copiloto. Lo que en otro momento habría sido un paso la pierna, el culo y la otra pierna, aquí se convirtió en un... doblo la pierna derecha ¡no puedo, choco con la barriga! Bueno, pues me inclino un poco hacia la izquierda y saco la pierna. Enseguida doy con mi puerta y la pierna se encuentra con varios obstáculos, el volante, el freno de mano y la palanca de cambios. Tras muchas maniobras ¡operación conseguida! Ahora queda pasar el culo. El espatarre, con este peso y dimensiones es complicado. Y cuando se trata de traer la otra pierna... casi prefiero abrir la puerta del copiloto y caer por mi propio peso hacia la calle. Mientras lo hacía, me vino a la cabeza aquella canción de los inhumanos "Qué dificil es hacer el amor en un simca 1000" y pensé, "pues menos mal que no han visto esto".
Para todos aquellos que no se acuerden de la canción, que nunca la hayan oído, que quieran rememorar otras épocas, y para terminar con un toque de humor, os dejo el vídeo de la canción:
Somos el resultado de nuestras vivencias y de lo que nos hemos dejado moldear por los personajes que forman parte de ellas.
jueves, 17 de diciembre de 2009
miércoles, 16 de diciembre de 2009
REGALOS "DIFERENTES"
lunes, 30 de noviembre de 2009
CANGUROS PARA BEBÉS DE UN KILO
EL PAÍS SEMANAL del día 15 de Noviembre estuvo dedicado a los 20 años de la Convención de los Derechos del Niño, contando 20 historias de 20 países diferentes. Allí encontré este artículo.
REPORTAJE NIÑOS DEL MUNDO: SENEGAL
CANGUROS PARA BEBÉS DE UN KILO
Hay sitios en los que incluso una incubadora para salvar a los prematuros es un lujo. Como Dakar. Pero ante la adversidad, espíritu positivo. El doctor Ousmane Ndiaye aplica el método Canguro para sacar adelante a cientos de minibebés. Tan natural como eficaz.
Llega Fatou con un ratoncito sobre su pecho. Y luego Ndiye, de 23 años, con otro pequeñín, piel contra piel. Y después Aïssatou, guapísima, con un resplandeciente vestido rojo estampado con grandes flores, llevando a una criatura de diminutas manitas. Y finalmente, Nogaye, con otro minúsculo bebé entre su pecho y su colorista ropa de color azul eléctrico. Van pasando por el hospital municipal Abass Ndao y por el centro de salud Rey Balduino, ambos en Dakar, la populosa, desbaratada, pero seductora capital de Senegal.
Son todas madres con bebés prematuros. La niñita de Fatou se llama Mariétou, tiene 10 días y pesa sólo 1,100 kilos. La de Ndiye se llama Marie Gueye, tiene 15 días y pesa 1,400 kilos. Aïssatou Ndiaye tiene 24 años y tres hijos; la última, Mbéne, es una pequeñina de un mes y cuatro días y pesa 1,350 kilos. La hijita de Nogaye Gukou se llama Penda, tiene un mes y 17 días y pesa solamente 1,150 kilos; la mamá ha cumplido 17 años.
Todas han pasado por la consulta del profesor Ousmane Ndiaye, jefe del servicio de Pediatría del centro Abass Ndao, que decidió aplicar hace 11 años el método Canguro, importado de Colombia, donde comenzó a emplearse en los años setenta para sacar adelante a los bebés prematuros, ante la falta de medios e incubadoras en el país para atender a tanta mamá angustiada.
El método es muy sencillo, se basa en lo que ideó la naturaleza para los marsupiales: los recién nacidos completan su desarrollo fuera del útero, agarrados a las glándulas mamarias, protegidos del exterior en una bolsa; así, los minibebés humanos han de estar en contacto con el cuerpo de la madre o del padre, en el pecho, la zona más acogedora, las 24 horas del día y de la noche, hasta que ganen peso. Se aplica a criaturitas que nacen con menos de dos kilos; y se sigue el método Canguro hasta que alcancen los tres kilos.
El doctor explica que ese contacto permanente con un cuerpo transmite calor, seguridad, confianza al bebé; no se trata sólo de la temperatura, sino también de sentir tan íntimamente el latido del corazón y el ritmo de la respiración; tratamiento natural que se completa con la lactancia materna. "Los progenitores les dan calor, energía, afecto", explica el doctor, "y está comprobado que crecen más sanos, y psicológicamente más equilibrados... Y sin gasto alguno". "En el proyecto piloto que realizamos tras mi regreso de Colombia, de los 112 niños a los que aplicamos el método entre 1998 y 2005, sólo uno murió". Ousmane presentó el proyecto a Unicef, que ha decidido seguirlo, avalarlo y monitorizarlo desde el pasado enero. "Es pura naturaleza. Con unos resultados extraordinarios". De hecho, en países como España y Francia también se está extendiendo este sistema de incubadoras naturales. Naturaleza hasta cierto punto, porque, matiza Ousmane, "el programa incluye que la madre venga a consulta una vez a la semana; además, hacemos un seguimiento de la salud del niño hasta que cumpla cinco años".
Basta ver al rollizo Amadou, de dos años, que nació con sólo 900 gramos, para comprobar que el proyecto funciona. O al gordito Abdoul Aziz, que con cinco meses ya pesa 6,7 kilos, cuando nació con menos de dos.
Todas las madres acuden confiadas y muy arregladas a la consulta en el hospital. Conseguimos reunir a siete de ellas para las sesiones con Isabel Muñoz, que, hipnotizada con sus largos cuellos, enormes ojos, impecables vestidos, no duda en disparar miles de veces su cámara durante dos días.
Cuando le preguntamos a Nogaye, que se casó con sólo 16 años, cuántos hijos le gustaría tener, contesta sonriente: "No depende de mí. Los que Dios decida". ¿Es feliz, le falta algo? "Si encontrara un trabajo sería más feliz". ¿Su sueño? "Poder ayudar siempre a mis padres". ¿La persona a la que más admira? "Mi madre". ¿Qué mensaje enviaría desde El País Semanal a los niños del mundo? "Me gustaría que tuvieran una vida larga para que ayuden a sus padres cuando sean mayores".
Rafael Ruiz
Artículo 24 de la Convención sobre los Derechos del Niño
Niños y niñas disfrutarán del más alto nivel posible de salud y del acceso a servicios para el tratamiento de las enfermedades. Los Estados adoptarán medidas para reducir la mortalidad infantil
Para ver el original: http://www.elpais.com/articulo/portada/Canguros/bebes/kilo/elpepusoceps/20091115elpepspor_11/Tes
REPORTAJE NIÑOS DEL MUNDO: SENEGAL
CANGUROS PARA BEBÉS DE UN KILO
Hay sitios en los que incluso una incubadora para salvar a los prematuros es un lujo. Como Dakar. Pero ante la adversidad, espíritu positivo. El doctor Ousmane Ndiaye aplica el método Canguro para sacar adelante a cientos de minibebés. Tan natural como eficaz.
Llega Fatou con un ratoncito sobre su pecho. Y luego Ndiye, de 23 años, con otro pequeñín, piel contra piel. Y después Aïssatou, guapísima, con un resplandeciente vestido rojo estampado con grandes flores, llevando a una criatura de diminutas manitas. Y finalmente, Nogaye, con otro minúsculo bebé entre su pecho y su colorista ropa de color azul eléctrico. Van pasando por el hospital municipal Abass Ndao y por el centro de salud Rey Balduino, ambos en Dakar, la populosa, desbaratada, pero seductora capital de Senegal.
Son todas madres con bebés prematuros. La niñita de Fatou se llama Mariétou, tiene 10 días y pesa sólo 1,100 kilos. La de Ndiye se llama Marie Gueye, tiene 15 días y pesa 1,400 kilos. Aïssatou Ndiaye tiene 24 años y tres hijos; la última, Mbéne, es una pequeñina de un mes y cuatro días y pesa 1,350 kilos. La hijita de Nogaye Gukou se llama Penda, tiene un mes y 17 días y pesa solamente 1,150 kilos; la mamá ha cumplido 17 años.
Todas han pasado por la consulta del profesor Ousmane Ndiaye, jefe del servicio de Pediatría del centro Abass Ndao, que decidió aplicar hace 11 años el método Canguro, importado de Colombia, donde comenzó a emplearse en los años setenta para sacar adelante a los bebés prematuros, ante la falta de medios e incubadoras en el país para atender a tanta mamá angustiada.
El método es muy sencillo, se basa en lo que ideó la naturaleza para los marsupiales: los recién nacidos completan su desarrollo fuera del útero, agarrados a las glándulas mamarias, protegidos del exterior en una bolsa; así, los minibebés humanos han de estar en contacto con el cuerpo de la madre o del padre, en el pecho, la zona más acogedora, las 24 horas del día y de la noche, hasta que ganen peso. Se aplica a criaturitas que nacen con menos de dos kilos; y se sigue el método Canguro hasta que alcancen los tres kilos.
El doctor explica que ese contacto permanente con un cuerpo transmite calor, seguridad, confianza al bebé; no se trata sólo de la temperatura, sino también de sentir tan íntimamente el latido del corazón y el ritmo de la respiración; tratamiento natural que se completa con la lactancia materna. "Los progenitores les dan calor, energía, afecto", explica el doctor, "y está comprobado que crecen más sanos, y psicológicamente más equilibrados... Y sin gasto alguno". "En el proyecto piloto que realizamos tras mi regreso de Colombia, de los 112 niños a los que aplicamos el método entre 1998 y 2005, sólo uno murió". Ousmane presentó el proyecto a Unicef, que ha decidido seguirlo, avalarlo y monitorizarlo desde el pasado enero. "Es pura naturaleza. Con unos resultados extraordinarios". De hecho, en países como España y Francia también se está extendiendo este sistema de incubadoras naturales. Naturaleza hasta cierto punto, porque, matiza Ousmane, "el programa incluye que la madre venga a consulta una vez a la semana; además, hacemos un seguimiento de la salud del niño hasta que cumpla cinco años".
Basta ver al rollizo Amadou, de dos años, que nació con sólo 900 gramos, para comprobar que el proyecto funciona. O al gordito Abdoul Aziz, que con cinco meses ya pesa 6,7 kilos, cuando nació con menos de dos.
Todas las madres acuden confiadas y muy arregladas a la consulta en el hospital. Conseguimos reunir a siete de ellas para las sesiones con Isabel Muñoz, que, hipnotizada con sus largos cuellos, enormes ojos, impecables vestidos, no duda en disparar miles de veces su cámara durante dos días.
Cuando le preguntamos a Nogaye, que se casó con sólo 16 años, cuántos hijos le gustaría tener, contesta sonriente: "No depende de mí. Los que Dios decida". ¿Es feliz, le falta algo? "Si encontrara un trabajo sería más feliz". ¿Su sueño? "Poder ayudar siempre a mis padres". ¿La persona a la que más admira? "Mi madre". ¿Qué mensaje enviaría desde El País Semanal a los niños del mundo? "Me gustaría que tuvieran una vida larga para que ayuden a sus padres cuando sean mayores".
Rafael Ruiz
Artículo 24 de la Convención sobre los Derechos del Niño
Niños y niñas disfrutarán del más alto nivel posible de salud y del acceso a servicios para el tratamiento de las enfermedades. Los Estados adoptarán medidas para reducir la mortalidad infantil
Para ver el original: http://www.elpais.com/articulo/portada/Canguros/bebes/kilo/elpepusoceps/20091115elpepspor_11/Tes
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domingo, 29 de noviembre de 2009
FAUNIA
El otro día nos acercamos por primera vez a Faunia. Aquí os dejo algunas fotitos:
Los perritos de la pradera
Observando el estanque
Los pingüinos
Ahora soy un conejito
Ahora una tortuguita
¡Mi tamaño frente al de un elefante marino!
Recorriendo el mapa mundi
Con los lemures
¡Se está comiendo una hojita que le he dado!
Otro Lemur
Un precioso Tucán
La verdad es que estamos sacando un montón de fotos de animales. La idea es buscar información y hacer unas fichas para poder aprender más de ellos.
Los perritos de la pradera
Observando el estanque
Los pingüinos
Ahora soy un conejito
Ahora una tortuguita
¡Mi tamaño frente al de un elefante marino!
Recorriendo el mapa mundi
Con los lemures
¡Se está comiendo una hojita que le he dado!
Otro Lemur
Un precioso Tucán
La verdad es que estamos sacando un montón de fotos de animales. La idea es buscar información y hacer unas fichas para poder aprender más de ellos.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
HISTORIAS DE PARTOS
Se acerca el día. La verdad es que viendo mis dimensiones todos pensábamos que el pequeñajo se dejaría ver antes, pero se está haciendo de rogar.
No sé si a vosotros os pasa lo mismo, pero a mi, en cuanto me quedo embarazada, no paro de ver a gorditas. Si busco carro, no paro de ver padres con carritos de bebés. Vamos, que cuando me pusieron las gafas en el cole y jugábamos al baloncesto, todas los balones desviados iban al mismo sitio.
Ahora lo que me pasa es que me cuentan historias de partos, por cierto, bastante curiosas.
El otro día una amiga me comentaba que su prima parió en el cuarto de baño. La cosa fué más o menos así: "Cariño, tengo molestias, no son dolores, pero no sé por qué me da que estoy de parto. Anda, llama a tu padre que venga a quedarse con la niña, mientras voy al baño". En esto que en el baño le da un dolor muy fuerte y cuando se quiere dar cuenta tiene al niño fuera. "¡Menos mal que lo noté que sino se cae al suelo!". Total, el marido histérico, recogiendo, limpiando y vomitando a la vez. Llamada a urgencias que les dicen que no corten el cordón pero que lo aten. El padre que coge a la madre y al bebé y les lleva a la cama. Llegada de ambulancia que les acerca al hospital. Mismo ginecólogo que en el anterior parto. Cosa rara, reconoce a la parturienta y le pregunta "¿pero es que tú no puedes tener un parto normal?" (en el anterior la "niña" iba a a ser niño hasta que nació, por lo que la madre, al ponérsela encima, dijo algo así como que no era suya ¡si esperaba un bebote!). En la revisión comprueban que la madre y el niño están estupendos. Ella sin episotomía y el bebé ¿cómo va a estar si se ha mantenido todo el rato en los brazos de su madre?. Al darles el alta al día siguiente le ofrecen a la madre un psicólogo para superar la situación y ésta responde: "¿Para mi?" y, señalando al padre, "para él que es el traumatizado". El pobre padre solo hacía que pensar que tenía que cambiar el colchón nuevo, porque ya se había estropeado, y que también tenía que cambiar el suelo del cuarto de baño, porque tiene una mancha imborrable de sangre. Yo tengo que reconocer que, según me lo contaban, estaba pensando ¿cambiar el suelo? ¿quitarlo? ¡¡¡Yo pondría un graffiti indicando "Aquí nació mi hijo"!!!.
Comentándolo con otra amiga, me contó el caso de su hermana. Resulta que un día le dió por las naranjas. Vamos, que para que no saliera con la famosa mancha de antojo la chiquitina, se comió ella solita un kilo. Esa noche como comprenderéis la tripa no le dejaba en paz. Ella no hacía más que ir al baño, aunque el caso es que no salía nada. Bueno, nada, nada... cuando se quiso dar cuenta tenía la cabeza de su hija entre las piernas. Según ella, si se descuida cae a la taza. El marido llamando al vecino y entre los dos la llevan al hospital. A todo esto ella reteniendo a la peque entre las piernas. Llegan al Doce de Octubre, y cunado el padre quiere volver del coche con las cosas la peque ya ha nacido. Y eso, que como dice él, aparca en la puerta debido a su invalidez, que tiene que andar con muletas.
Hoy ponemos la radio en el coche y están terminando de relatar un nacimiento en un tren de la India. Por lo que oímos el peque ha nacido en un water del tren y se ha caído a la vía. La madre se desmayó tras el alumbramiento durante unos minutos y cuando se recupera consigue avisar a su familia. Paran el tren y varios hombres se lanzan en su búsqueda. Gracias a Dios, Buda o quien sea, el bebé, pese al golpetazo, el tiempo hasta que le recojen, etc, está sano y salvo. Ahora permanece ingresada (fue una niña) debido a su nacimiento prematuro, pero no a las condiciones sépticas de su nacimiento.
Y para terminar el relato de otra amiga que con muy buen humor y sensibilidad comenta el parto de su segunda hija. Cómo te surgen las dudas de saber si estás o no de parto, ya que las contracciones no son ni tan dolorosas, ni tan rítmicas como te han contado. Cuando, al comenzar a estar segura, ya todo se ha acelerado. No hay tiempo. Hay que dejar a la peque mayor en el cole, mientras viene el cuñado para hacerlo, se dedica a hacer las cosas de la casa y a preparar a su hija. Entonces se pregunta ¿podría hacer todo esto si de verdad estoy de parto? Por fin salen hacia la clínica y se encuentran con un atasco impresionante que no les permite avanzar nada. Da igual que hagas sonar el claxon, que saques los famosos pañuelos blancos por la ventana.. los coches no se mueven. Ya se plantea pasar al asiento trasero para poder dar a luz, porque no aguanta más. Por fin un coche de la policía se pone a su lado y les dice que le sigan. Con una carrera digna de película, se plantan en diez minutos en la clínica. Al llegar allí, comenta que está en expulsivo, y la chica de la recepción sale corriendo a por una silla de ruedas. Cuando la encuentra se gira y ve que mi amiga le ha estado siguiendo por todo el hospital. Esa misma chica le comenta que como llega tan mal que le atienda el primero de los ginecólogos que vean. "Si hombre, he dejado pasar 4 hospitales, y ahora a 50 metros de mi ginecólogo, me van a llevar a otro que lo primero que va a hacer es ponerme en un potro". Total, que va gritando por los pasillos el nombre de su gine, para que quede claro y para encontrarle antes. Por fin entra en la sala, en penumbra, sin casi instrumental y en la que le dan a elegir cómo quiere parir. Le ha costado, pero tiene su parto natural. Un parto respetado y que no le importaría repetir. Lo podéis leer por ella, mejor contado y de primera mano, en http://www.criarconelcorazon.org/ la pestaña "vivencias" (abajo), y el post de "Flavia". Merece la pena hacerlo.
Vamos, con todo esto y lo hipocondríaca que es una en ocasiones, de verdad que cuando voy al baño ya lo hago bastante mosca... ¿Serán gases? ¿Retortijones? ¿O estaré pariendo? Y aunque suene escatológico, no sé si acolchar la taza para amortiguar el golpe o ponerme la mano delante por si noto la cabeza de mi hijo salir corriendo hacia un lugar más cómodo. Aunque con el tamaño que me han dicho que tiene, no creo que me pase como a la mujer del tren.
Sé que todos estos son partos "anormales", en el sentido de que no son los que estamos acostumbrados a escuchar, pero sinceramente, son el parto que me gustaría tener. Partos naturales, expontáneos, y no esos medicalizados a los que nos someten ahora. Esos en los que parece que el cuerpo de la mujer no está preparado para engendrar y parir un hijo. No olvidemos que somos animales y que tenemos instinto... aunque intenten anulárnoslo.
domingo, 15 de noviembre de 2009
LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS
El otro día estábamos los tres comiendo en un restaurante. Al lado había dos parejas y una niña de un año, más o menos, menor que Paula. Mi hija, cuando terminó de comer, mucho antes que nosotros, se bajó de la mesa e iba de su padre a mi jugando y contándonos cosas. La otra niña estaba sentada en su trona, sin juguetes, los padres de cháchara y regañándola por cualquier cosa que hacía. Sobra decir la poca movilidad que tenía y que el regaño venía por el simple hecho de girarse a ver a Paula. Recuerdo que pensé ¿no se dan cuenta de que es una niña y que necesita moverse? ¿Piensan tenerla ahí, sin hacerle ni caso mientras dure toda su sobremesa?
Por otro lado, el padre, se encargó de jactarse bien alto, para que nos enterásemos, de lo bueno que era educando a su hija, lo recto, duro, etc. ¡¡¡Es que no veas lo borrica que se pone para vestirla, si no lo haces por la fuerza..!!! ¡¡¡Y meterla en el coche, si tiene más fuerza que yo!!! Me dieron ganas de responderle diciendo: con todo lo mal que piensas que educo a mi hija, yo no tengo esos problemas.
Hoy, colocando papeles, ha aparecido este artículo que me dio mi hermana hace tiempo. Para mi una joya que hay que leer:
LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS
Gustavo Martín Garzo
El País, domingo 15 de junio de 2008
En una ocasión, Fabricio Caivano, el fundador de Cuadernos de Pedagogía, le preguntó a Gabriel García Márquez acerca de la educación de los niños. "Lo único importante, le contestó el autor de Cien años de soledad, es encontrar el juguete que llevan dentro". Cada niño llevaría uno distinto y todo consistiría en descubrir cuál era y ponerse a jugar con él. García Márquez había sido un estudiante bastante desastroso hasta que un maestro se dio cuenta de su amor por la lectura y, a partir de entonces, todo fue miel sobre hojuelas, pues ese juguete eran las palabras. Es una idea que vincula la educación con el juego. Según ella, educar consistiría en encontrar el tipo de juego que debemos jugar con cada niño, ese juego en que está implicado su propio ser.
Pero hablar de juego es hablar de disfrute, y una idea así reivindica la felicidad y el amor como base de la educación. Un niño feliz no solo es más alegre y tranquilo, sino que es más susceptible de ser educado, porque la felicidad le hace creer que el mundo no es un lugar sombrío, hecho sólo para su mal, sino un lugar en el que merece la pena estar, por extraño que pueda parecer muchas veces. Y no creo que haya una manera mejor de educar a un niño que hacer que se sienta querido. Y el amor es básicamente tratar de ponerse en su lugar. Querer saber lo que los niños son. No es una tarea sencilla, al menos para muchos adultos. Por eso prefiero a los padres consentidores que a los que se empeñan en decirles en todo momento a sus hijos lo que deben hacer, o a los que no se preocupan para nada de ellos. Consentir significa mimar, ser indulgente, pero también otorgar, obligarse. Querer para el que amamos el bien. Tiene sus peligros, pero creo que éstos son menos letales que los peligros del rigor o de la indiferencia.
Y hay adultos que tienen el maravillosos don de saber ponerse en el lugar de los niños. Ese don es un regalo del amor. Basta con amar a alguien para desear conocerle y querer acercarse a su mundo. Y la habilidad en tratar a los niños sólo puede provenir de haber visitado el lugar en que éstos suelen vivir. Ese lugar no se parece al nuestro, y por eso tantos adultos se equivocan al pedir a los pequeños cosas que no están en condiciones de hacer. ¿Pediríamos a un pájaro que dejara de volar, a un monito que no se subiera a los árboles, a una abeja que no se fuera en busca de las flores? No, no se lo pediríamos, porque no está en su naturaleza el obedecernos. Y los niños están locos, como lo están todos los que viven al comienzo de algo. Una vida tocada por la locura es una vida abierta a nuevos principios, y por eso debe ser vigilada y querida. Y hay adultos que no sólo entienden esa locura de los niños, sino que se deleitan con ella. San Agustín distinguía entre usar y disfrutar. Usábamos de las cosas del mundo, disfrutábamos de nuestro diálogo con la divinidad. Educar es distinto a adiestrar. Educar es dar vida, comprender que el dios del santo se esconde en la realidad, sobre todo en los niños.
En El guardián entre el centeno, el muchacho protagonista se imagina un campo donde juegan los niños y dice que eso es lo que le gustaría ser, alguien que escondido entre el centeno los vigila en sus juegos. El campo está al lado de un abismo, y su tarea es evitar que los niños puedan acercarse más de la cuenta y caerse. "En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos". El protagonista de la novela de Salinger no les dice que se alejen de allí, no se opone a que jueguen en el centeno. Entiende que ésa es su naturaleza, y sólo se ocupa de vigilaros, y acudir cuando se exponen más de lo tolerable al peligro. Vigilar no se opone a consentir, sólo consiste en corregir un poco nuestra locura.
Creo que los padres que de verdad aman a sus hijos, que están contentos con que hayan nacido, y que disfrutan con su compañía, lo tienen casi todo hecho. Sólo tienen que ser un poco precavidos, y combatir los excesos de su amor. No es difícil, pues los efectos de esos excesos son mucho menos graves que los de la indiferencia o el desprecio. El niño amado siempre tendrá más recursos para enfrentarse a los problemas se la vida que el que no lo ha sido nunca.
En su reciente libro de memorias, Esther Tusquets nos cuenta que el problema de su vida fue no sentirse suficientemente amada por su madre. Ella piensa que el niño que se siente querido de pequeño puede con todo. "Yo no me sentí querida y me he pasado toda la vida mendigando amor. Una pesadez". Pero la mejor defensa de esta educación del amor que he leído en estos últimos tiempos se encuentra en el libro del colombiano Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos. Es un libro sobre el misterio de la bondad, en el que puede leerse una frase que debería aparecer en la puerta de todas las escuelas: "El mejor método de educación es la felicidad". "Mi papá siempre pensó -escribe Faciolince-, y yo le creo y lo imito, que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo". Y unas líneas más abajo añade: "Ahora pienso que la única receta para poder soportar lo dura que es la vida al cabo de los años, es haber recibido en la infancia mucho amor de los padres. Sin ese amor exagerado que me dio mi papá, yo hubiera sido mucho menos feliz".
Los hermanos Grimm son especialistas en buenos comienzos, y el de Capèrucita Roja es uno de los más hermosos de todos. "Érase una vez una pequeña y dulce muchachita que en cuanto se la veía se la amaba. Pero sobre todo la quería su abuela, que no sabía qué darle a la niña. Un buen día le regaló una caperucita de terciopelo rojo, y como le sentaba muy bien y no quería llevar otra cosa, la llamaron Caperucita Roja". Una niña a la que todos miman, y a la que su abuela, que la ama sin medida, regala una caperuza de terciopelo rojo. Una caperuza que le sentaba tan bien que no quería llevar otra cosa. Siempre que veo en revistas o reportajes los rostros de tantos niños abandonados o maltratados, me acuerdo de este cuento y me digo que todos los niños del mundo deberían llevar una caperuza así, aunque luego un aguafiestas pudiera acusar a sus padres de mimarles en exceso. Esa caperuza es la prueba de su felicidad, de que son queridos con locura por alguien, y lo verdaderamente peligroso es que vayan por el mundo si ella. "Si quieres que tu hijo sea bueno -escribió Héctor Abad Gómez, el padre tan amado de Faciolince-, hazlo feliz, si quieres que sea mejor, hazlo más feliz. Los hacemos felices para que sean buenos y para que luego su bondad aumente su felicidad".
Leyendo esto, creo que ahora se entiende mejor la viñeta que me envió, otra vez mi hermana, hace unos días:
Creo que este padre no se sienta lo suficientemente con su hijo, no le mira, no le atiende, o simplemente, pretende dirigirle demasido el juego. Creo que muchos de nosotros deberíamos aprender del padre de Faciolince y de él mismo. El problema es cómo romper con tantas costumbres aprendidas y sufridas ya que es lo que sabemos hacer. A mi entender eso lo difícil, porque soy de la opinión de que casi todos los padres amamos a nuestros hijos y hacemos lo que consideramos que es mejor para ellos.
Viñeta obtenida de El País Digital el día 13 de Noviembre de 2009.
Por otro lado, el padre, se encargó de jactarse bien alto, para que nos enterásemos, de lo bueno que era educando a su hija, lo recto, duro, etc. ¡¡¡Es que no veas lo borrica que se pone para vestirla, si no lo haces por la fuerza..!!! ¡¡¡Y meterla en el coche, si tiene más fuerza que yo!!! Me dieron ganas de responderle diciendo: con todo lo mal que piensas que educo a mi hija, yo no tengo esos problemas.
Hoy, colocando papeles, ha aparecido este artículo que me dio mi hermana hace tiempo. Para mi una joya que hay que leer:
LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS
Gustavo Martín Garzo
El País, domingo 15 de junio de 2008
En una ocasión, Fabricio Caivano, el fundador de Cuadernos de Pedagogía, le preguntó a Gabriel García Márquez acerca de la educación de los niños. "Lo único importante, le contestó el autor de Cien años de soledad, es encontrar el juguete que llevan dentro". Cada niño llevaría uno distinto y todo consistiría en descubrir cuál era y ponerse a jugar con él. García Márquez había sido un estudiante bastante desastroso hasta que un maestro se dio cuenta de su amor por la lectura y, a partir de entonces, todo fue miel sobre hojuelas, pues ese juguete eran las palabras. Es una idea que vincula la educación con el juego. Según ella, educar consistiría en encontrar el tipo de juego que debemos jugar con cada niño, ese juego en que está implicado su propio ser.
Pero hablar de juego es hablar de disfrute, y una idea así reivindica la felicidad y el amor como base de la educación. Un niño feliz no solo es más alegre y tranquilo, sino que es más susceptible de ser educado, porque la felicidad le hace creer que el mundo no es un lugar sombrío, hecho sólo para su mal, sino un lugar en el que merece la pena estar, por extraño que pueda parecer muchas veces. Y no creo que haya una manera mejor de educar a un niño que hacer que se sienta querido. Y el amor es básicamente tratar de ponerse en su lugar. Querer saber lo que los niños son. No es una tarea sencilla, al menos para muchos adultos. Por eso prefiero a los padres consentidores que a los que se empeñan en decirles en todo momento a sus hijos lo que deben hacer, o a los que no se preocupan para nada de ellos. Consentir significa mimar, ser indulgente, pero también otorgar, obligarse. Querer para el que amamos el bien. Tiene sus peligros, pero creo que éstos son menos letales que los peligros del rigor o de la indiferencia.
Y hay adultos que tienen el maravillosos don de saber ponerse en el lugar de los niños. Ese don es un regalo del amor. Basta con amar a alguien para desear conocerle y querer acercarse a su mundo. Y la habilidad en tratar a los niños sólo puede provenir de haber visitado el lugar en que éstos suelen vivir. Ese lugar no se parece al nuestro, y por eso tantos adultos se equivocan al pedir a los pequeños cosas que no están en condiciones de hacer. ¿Pediríamos a un pájaro que dejara de volar, a un monito que no se subiera a los árboles, a una abeja que no se fuera en busca de las flores? No, no se lo pediríamos, porque no está en su naturaleza el obedecernos. Y los niños están locos, como lo están todos los que viven al comienzo de algo. Una vida tocada por la locura es una vida abierta a nuevos principios, y por eso debe ser vigilada y querida. Y hay adultos que no sólo entienden esa locura de los niños, sino que se deleitan con ella. San Agustín distinguía entre usar y disfrutar. Usábamos de las cosas del mundo, disfrutábamos de nuestro diálogo con la divinidad. Educar es distinto a adiestrar. Educar es dar vida, comprender que el dios del santo se esconde en la realidad, sobre todo en los niños.
En El guardián entre el centeno, el muchacho protagonista se imagina un campo donde juegan los niños y dice que eso es lo que le gustaría ser, alguien que escondido entre el centeno los vigila en sus juegos. El campo está al lado de un abismo, y su tarea es evitar que los niños puedan acercarse más de la cuenta y caerse. "En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos". El protagonista de la novela de Salinger no les dice que se alejen de allí, no se opone a que jueguen en el centeno. Entiende que ésa es su naturaleza, y sólo se ocupa de vigilaros, y acudir cuando se exponen más de lo tolerable al peligro. Vigilar no se opone a consentir, sólo consiste en corregir un poco nuestra locura.
Creo que los padres que de verdad aman a sus hijos, que están contentos con que hayan nacido, y que disfrutan con su compañía, lo tienen casi todo hecho. Sólo tienen que ser un poco precavidos, y combatir los excesos de su amor. No es difícil, pues los efectos de esos excesos son mucho menos graves que los de la indiferencia o el desprecio. El niño amado siempre tendrá más recursos para enfrentarse a los problemas se la vida que el que no lo ha sido nunca.
En su reciente libro de memorias, Esther Tusquets nos cuenta que el problema de su vida fue no sentirse suficientemente amada por su madre. Ella piensa que el niño que se siente querido de pequeño puede con todo. "Yo no me sentí querida y me he pasado toda la vida mendigando amor. Una pesadez". Pero la mejor defensa de esta educación del amor que he leído en estos últimos tiempos se encuentra en el libro del colombiano Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos. Es un libro sobre el misterio de la bondad, en el que puede leerse una frase que debería aparecer en la puerta de todas las escuelas: "El mejor método de educación es la felicidad". "Mi papá siempre pensó -escribe Faciolince-, y yo le creo y lo imito, que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo". Y unas líneas más abajo añade: "Ahora pienso que la única receta para poder soportar lo dura que es la vida al cabo de los años, es haber recibido en la infancia mucho amor de los padres. Sin ese amor exagerado que me dio mi papá, yo hubiera sido mucho menos feliz".
Los hermanos Grimm son especialistas en buenos comienzos, y el de Capèrucita Roja es uno de los más hermosos de todos. "Érase una vez una pequeña y dulce muchachita que en cuanto se la veía se la amaba. Pero sobre todo la quería su abuela, que no sabía qué darle a la niña. Un buen día le regaló una caperucita de terciopelo rojo, y como le sentaba muy bien y no quería llevar otra cosa, la llamaron Caperucita Roja". Una niña a la que todos miman, y a la que su abuela, que la ama sin medida, regala una caperuza de terciopelo rojo. Una caperuza que le sentaba tan bien que no quería llevar otra cosa. Siempre que veo en revistas o reportajes los rostros de tantos niños abandonados o maltratados, me acuerdo de este cuento y me digo que todos los niños del mundo deberían llevar una caperuza así, aunque luego un aguafiestas pudiera acusar a sus padres de mimarles en exceso. Esa caperuza es la prueba de su felicidad, de que son queridos con locura por alguien, y lo verdaderamente peligroso es que vayan por el mundo si ella. "Si quieres que tu hijo sea bueno -escribió Héctor Abad Gómez, el padre tan amado de Faciolince-, hazlo feliz, si quieres que sea mejor, hazlo más feliz. Los hacemos felices para que sean buenos y para que luego su bondad aumente su felicidad".
Leyendo esto, creo que ahora se entiende mejor la viñeta que me envió, otra vez mi hermana, hace unos días:
Creo que este padre no se sienta lo suficientemente con su hijo, no le mira, no le atiende, o simplemente, pretende dirigirle demasido el juego. Creo que muchos de nosotros deberíamos aprender del padre de Faciolince y de él mismo. El problema es cómo romper con tantas costumbres aprendidas y sufridas ya que es lo que sabemos hacer. A mi entender eso lo difícil, porque soy de la opinión de que casi todos los padres amamos a nuestros hijos y hacemos lo que consideramos que es mejor para ellos.
Viñeta obtenida de El País Digital el día 13 de Noviembre de 2009.
sábado, 17 de octubre de 2009
COMEDIAS ROMÁNTICAS: ¿COMO LA VIDA MISMA?
¿Quien no ha visto alguna vez una comedia romántica? Para mi son como los cómics de Asterix, los disfrutas a todas las edades y en cada una de ellas le sacas un juguillo diferente.
Cuando eres novi@. Te encantan. Te ríes y te sientes identificado con los protagonistas. Es la etapa del amor, todo es perfecto, no hay fallos en el otro y tú estás en las nubes. Te arreglas, pero no haría falta, llevas un brillo especial en la cara. Además, has adelgazado... ¿por qué será que todos los novi@s adelgazan?
http://www.blogger.com/posts.g?blogID=6257045180475204210
En la convivencia. Ya la cosa no te hace tanta gracia. No es lo mismo compartir unas horas que el día tras día. Ya ves los defectos en tu casa y piensas al ver la peli .. ¡coño, eso no me pasa a mi! Pero claro, te consuelas, es que aquí solo hablan de la primera fase, en la búsqueda del príncipe azul a la princesa. Pouuqe seamos sinceras, siempre hemos querido que nos encuentren, que aparezcan en un caballo blanco y nos lleven trotando a vivir "felices para siempre". La literatura infantil, que hace mucho daño.
Ya casados, con hijos. Ves la película, a los protagonistas y te preguntas ¿alguna vez tuvimos algo que ver con estos? Le miras a él. La época de adelgazar terminó. Ahora sale la incipiente barriga, sino ha dejado de ser ya tan incipiente y empieza a tomar forma de globo aerostático. La adorable cabellera comienza a desaparecer (esto es más evidente si en la adolescencia y juventud pasó por su momento hippie o heavy y lució una considerable melena). Y repantingado, en calzoncillos y calcetines en el sofá, reconozcámoslo, no es como tener a Gerard Butler trajeadito en tu salón y pidiéndote en matrimonio (aunque pensándolo bien, con el vestuario de 300 tampoco quedaría nada mal en mi salón).
¿Y nosotras? Por lo menos hablo por mí. La miras, te miras y dices... ¿cuando volveré yo a tener el tipo para ponerme eso? Yo tengo que contaros, aquí en petit comité, que guardo alguna de las viejas glorias con la esperanza de volver a entrar en ellas. Cosa que pruebo, infructuosamente, de vez en cuando. ¿Y esa cara perfecta sin ojeras y esos pelos perfectamente peinados nada más levantarse? Bueno, yo creo que los pelos perfectos no los tuve nunca. Ahora vas comparando michelines, celulitis, varices, pechos... y oye, que mal nos tratamos que siempre salimos perdiendo. De hecho yo, en el momento en el que veía la peli estaba, con la bata de andar por casa, esa que te ha regalado tu madre con tanta ilusión, calentita de narices, pero a la que no enseñas ni al cartero cuando llega a horas intempestivas a entregarte un certificado. Los pelos a lo bruja avería (me había hecho una coleta en lo alto de la cocorota hacía unas cuantas horas y me acababa de quitar la goma). Y el tiempo, si el tiempo, ese que está cambiando y que hace que parezca al andar, hasta que caliento el pie con la operación, el pirata cojo del que habla Sabina. A todo esto, repantingada en el sofá al lado de mi costillo. "Tal para cual" que dirían algunos.
Pero chicas os recuerdo unas cuantas cosas:
1.- Que como dice mi madre, viven de eso y no tienen otra cosa que hacer.
2.- Que llevan kilo y medio de maquillaje.
3.- Que sacan sus mejores planos.
4.- Que han pasado por nos cuantos filtros, estilistas, maquilladores y el mejor Photoshop... Y algún cirujano que otro.
Y pese a que las comparaciones son odiosas y para colmo dan que pensar más de lo necesario.. sigo disfrutando con el género. Vamos que tengo que ir a ver "la cruda realidad" aunque solo sea para torturarme al ver a Katherine Heigl y disfrutar y soñar un poco con el protagonista. Porque yo sigo pensando ¿quien no quiere a Gerard Butler a su lado?
Bueno, creo que me evito las presentaciones ¿no?
Cuando eres novi@. Te encantan. Te ríes y te sientes identificado con los protagonistas. Es la etapa del amor, todo es perfecto, no hay fallos en el otro y tú estás en las nubes. Te arreglas, pero no haría falta, llevas un brillo especial en la cara. Además, has adelgazado... ¿por qué será que todos los novi@s adelgazan?
http://www.blogger.com/posts.g?blogID=6257045180475204210
En la convivencia. Ya la cosa no te hace tanta gracia. No es lo mismo compartir unas horas que el día tras día. Ya ves los defectos en tu casa y piensas al ver la peli .. ¡coño, eso no me pasa a mi! Pero claro, te consuelas, es que aquí solo hablan de la primera fase, en la búsqueda del príncipe azul a la princesa. Pouuqe seamos sinceras, siempre hemos querido que nos encuentren, que aparezcan en un caballo blanco y nos lleven trotando a vivir "felices para siempre". La literatura infantil, que hace mucho daño.
Ya casados, con hijos. Ves la película, a los protagonistas y te preguntas ¿alguna vez tuvimos algo que ver con estos? Le miras a él. La época de adelgazar terminó. Ahora sale la incipiente barriga, sino ha dejado de ser ya tan incipiente y empieza a tomar forma de globo aerostático. La adorable cabellera comienza a desaparecer (esto es más evidente si en la adolescencia y juventud pasó por su momento hippie o heavy y lució una considerable melena). Y repantingado, en calzoncillos y calcetines en el sofá, reconozcámoslo, no es como tener a Gerard Butler trajeadito en tu salón y pidiéndote en matrimonio (aunque pensándolo bien, con el vestuario de 300 tampoco quedaría nada mal en mi salón).
¿Y nosotras? Por lo menos hablo por mí. La miras, te miras y dices... ¿cuando volveré yo a tener el tipo para ponerme eso? Yo tengo que contaros, aquí en petit comité, que guardo alguna de las viejas glorias con la esperanza de volver a entrar en ellas. Cosa que pruebo, infructuosamente, de vez en cuando. ¿Y esa cara perfecta sin ojeras y esos pelos perfectamente peinados nada más levantarse? Bueno, yo creo que los pelos perfectos no los tuve nunca. Ahora vas comparando michelines, celulitis, varices, pechos... y oye, que mal nos tratamos que siempre salimos perdiendo. De hecho yo, en el momento en el que veía la peli estaba, con la bata de andar por casa, esa que te ha regalado tu madre con tanta ilusión, calentita de narices, pero a la que no enseñas ni al cartero cuando llega a horas intempestivas a entregarte un certificado. Los pelos a lo bruja avería (me había hecho una coleta en lo alto de la cocorota hacía unas cuantas horas y me acababa de quitar la goma). Y el tiempo, si el tiempo, ese que está cambiando y que hace que parezca al andar, hasta que caliento el pie con la operación, el pirata cojo del que habla Sabina. A todo esto, repantingada en el sofá al lado de mi costillo. "Tal para cual" que dirían algunos.
Pero chicas os recuerdo unas cuantas cosas:
1.- Que como dice mi madre, viven de eso y no tienen otra cosa que hacer.
2.- Que llevan kilo y medio de maquillaje.
3.- Que sacan sus mejores planos.
4.- Que han pasado por nos cuantos filtros, estilistas, maquilladores y el mejor Photoshop... Y algún cirujano que otro.
Y pese a que las comparaciones son odiosas y para colmo dan que pensar más de lo necesario.. sigo disfrutando con el género. Vamos que tengo que ir a ver "la cruda realidad" aunque solo sea para torturarme al ver a Katherine Heigl y disfrutar y soñar un poco con el protagonista. Porque yo sigo pensando ¿quien no quiere a Gerard Butler a su lado?
Bueno, creo que me evito las presentaciones ¿no?
lunes, 12 de octubre de 2009
EN GREDOS CON PAULA
Hace unos días nos fuimos a gastar nuestro regalito de reyes, una tarjeta para hoteles rusticae. Dado mi estado no podíamos irnos muy lejos, no vaya a ser que nos tocase parir en mitad del camino. Al final optamos por Ávila y la Sierra de Gredos. En concreto Hoyos del Espino. Por cierto, que pueblo tan pequeño, qué cantidad de bares... ¡¡¡y todos llenos!!!
Decidimos hacer una pequeña marcha con Paula siguiendo el río. Objetivo "Las Chorreras". Una inundación de experiencias nuevas para mi gordita: comió moras de las de verdad (y no las gominolas), recogió "tomatitos", cruzó el río por un puente de madera, saltó y se sentó en las rocas, caminó entre vacas y terneritos casi recién nacidos (algunos llevaban colgando todavía el cordón umbilical), sacamos fotos a los caballos y, por fin, llegamos a Las Chorreras.
Escondida tras el árbol
Cruzando el río
Sentadas en las piedras
Los caballos
¡¡¡Por fin Las Chorreras!!!
Mientras papá elegía restaurante vimos como les cambiaban las herraduras a unos caballos y decidíamos cual nos gustaba más.
Al terminar la comida jugó con un saltamontes. Le tocaba con una hojita y la criaturita saltaba... tanto jugó que llegó un momento en el que, no sé si por la confianza en que no le iban a hacer nada o por agotamiento (me inclino por esto último), el pobre se quedaba quieto mientras Paula le hacía camas y casitas con hojas y le acariciaba.
También ese fin de semana, y para finalizar, Paula aprendió a sacar fotos con la cámara de papá:
Los comienzos
Las buenas
Las creativas
¿A que quedan chulas así?
Decidimos hacer una pequeña marcha con Paula siguiendo el río. Objetivo "Las Chorreras". Una inundación de experiencias nuevas para mi gordita: comió moras de las de verdad (y no las gominolas), recogió "tomatitos", cruzó el río por un puente de madera, saltó y se sentó en las rocas, caminó entre vacas y terneritos casi recién nacidos (algunos llevaban colgando todavía el cordón umbilical), sacamos fotos a los caballos y, por fin, llegamos a Las Chorreras.
Escondida tras el árbol
Cruzando el río
Sentadas en las piedras
Los caballos
¡¡¡Por fin Las Chorreras!!!
Mientras papá elegía restaurante vimos como les cambiaban las herraduras a unos caballos y decidíamos cual nos gustaba más.
Al terminar la comida jugó con un saltamontes. Le tocaba con una hojita y la criaturita saltaba... tanto jugó que llegó un momento en el que, no sé si por la confianza en que no le iban a hacer nada o por agotamiento (me inclino por esto último), el pobre se quedaba quieto mientras Paula le hacía camas y casitas con hojas y le acariciaba.
También ese fin de semana, y para finalizar, Paula aprendió a sacar fotos con la cámara de papá:
Los comienzos
Las buenas
Las creativas
¿A que quedan chulas así?
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lunes, 5 de octubre de 2009
GRACIAS A TI
Ha muerto una de mis cantantes favoritas, Mercedes Sosa. Pocas personas tocan el alma de los demás cuando cantan como lo hacía ella, con esa voz irrepetible y llena de sentimiento.
Nadie cantará nunca esta canción como ella:
Y otra más: Alfonsina y el mar
Hay personas que no mueren nunca, nos dejan su hermoso legado. Gracias a ti Mercedes.
Nadie cantará nunca esta canción como ella:
Y otra más: Alfonsina y el mar
Hay personas que no mueren nunca, nos dejan su hermoso legado. Gracias a ti Mercedes.
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sábado, 3 de octubre de 2009
CON LAS HORMONAS ALTERADAS
Yo no sé a vosotros, pero a mi hay ciertas preguntas que me sientan a cuerno quemado... o son las hormonas, como dice un amigo (¡que buena excusa para todo!).
En este estadio de mi embarazo son las siguientes:
_ "¿Qué esperas?" "Niño" "¡Qué bien, la parejita, ahora puedes parar!". A ver ¿Quien ha decidido que yo quiero parar o que el objetivo es tener los dos sexos?
_ Mientras comentan lo simpática, lista y guapa que es mi niña no pueden evitar terminar con un: "¡Uy, verás cuando venga el siguiente!¡Verás los celos!". ¿Y quien ha dicho que tenga que tenerlos? ¿Quien es el pitonis@ que sabe que mi niña va a cambiar?
_ Al ver mi barrigota: "¿De cuanto estás? Ya tienes que estar a puntito" "Me quedan dos meses" "¡Madre mía, cómo te vas a poner!". ¡¡¡Que una tiene espejo en su casa!!! ¡¡¡Que la que siente que la barriga le va a estallar y que crece a centímetro por segundo soy yo!!! Les falta decir... ¡¡¡gooorda!!!
_ Al preguntar a Paula por su hermano: "Ahora tienes que cuidar del hermanito.." Porras, que no es su obligación, que es la de sus padres ¡¡¡que solo tiene tres añitos!!!
En este estadio de mi embarazo son las siguientes:
_ "¿Qué esperas?" "Niño" "¡Qué bien, la parejita, ahora puedes parar!". A ver ¿Quien ha decidido que yo quiero parar o que el objetivo es tener los dos sexos?
_ Mientras comentan lo simpática, lista y guapa que es mi niña no pueden evitar terminar con un: "¡Uy, verás cuando venga el siguiente!¡Verás los celos!". ¿Y quien ha dicho que tenga que tenerlos? ¿Quien es el pitonis@ que sabe que mi niña va a cambiar?
_ Al ver mi barrigota: "¿De cuanto estás? Ya tienes que estar a puntito" "Me quedan dos meses" "¡Madre mía, cómo te vas a poner!". ¡¡¡Que una tiene espejo en su casa!!! ¡¡¡Que la que siente que la barriga le va a estallar y que crece a centímetro por segundo soy yo!!! Les falta decir... ¡¡¡gooorda!!!
_ Al preguntar a Paula por su hermano: "Ahora tienes que cuidar del hermanito.." Porras, que no es su obligación, que es la de sus padres ¡¡¡que solo tiene tres añitos!!!
viernes, 2 de octubre de 2009
EMPEÑADA EN AMARGARME LOS EMBARAZOS
Tengo una tocóloga muy maja. Maja y exhaustiva. Maja y obsesiva.
En el embarazo de Paula le dio porque me tenía que hacer la amniocentesis. Debido a mi negativa, cada vez que consideraba que había alguna "anomalía" en mis resultados, me enviaba a realizar una ecografía de urgencias al Doce de Octubre. Eso si, con la puñalada "cómo no te has querido hacer la amniocentesis.." Vamos, que te quede claro que la culpa no es suya, es tuya por tener en cuenta las estadísticas: la probabilidad de que salga mal la prueba es de un uno por ciento y la probabilidad de que tenga un hijo con problemas de un uno por mil. Eso sin tener en cuenta que solo se detectan dos de esos problemas.
Estaba el otro lado, el tranquilizador, Navarrete y mi padre. Navarrete, porque a pesar de enviarte a alguna prueba extra lo hacía con el siguiente mensaje: "la hago porque la tengo que hacer, porque existe una posibilidad, pero en todos los años que llevo de ginecólogo solo lo he visto en los libros". Mi padre, porque llamó para decirme "hija, no te preocupes, que cada uno evoluciona a un tiempo. ¿No has visto que comienzan con los ojos en el cogote y con pinta de renacuajo?". En ese caso era un riñón más pequeño que el otro.
Al final la niña, perfecta.
En este embarazo lo volvió a intentar con la amnio. Me envió a genética del Doce de Octubre. Allí me dijeron que tenía las mismas probabilidades que cualquiera, que el caso de mi prima, por el cariotipo, había sido al azar. Que si los indicadores no decían lo contrario, estaba descartada la amniocentesis. Mi tocóloga no se quedó muy satisfecha, pero tuvo que aguantarse. ¿Solución? ¡¡¡Tengo que tener el azúcar alto!!!
Vamos, que se empeñó en mandarme la curva larga y pese a que su sustituto me dijo que estaba todo bien, ella me la ha vuelto a mandar. ¿Motivo? Que ella, y solo ella, considera los valores límite más bajos.
Pues lo siento mucho, pero ese día solo me voy sacar sangre en ayunas, porque me tienen que seguir mirando el tiroides. El chute de glucosa se lo pueden tomar ellos y las cuatro horas parada y aburrida lo mismo. Vamos, que no tengo antojos, pero tampoco pienso satisfacer los del resto.
Además ¿a vosotros no os pasa que cando te prohíben algo te dan unas ganas de hacerlo o comerlo o...? ¡¡¡Ese espíritu rebelde!!!.
En el embarazo de Paula le dio porque me tenía que hacer la amniocentesis. Debido a mi negativa, cada vez que consideraba que había alguna "anomalía" en mis resultados, me enviaba a realizar una ecografía de urgencias al Doce de Octubre. Eso si, con la puñalada "cómo no te has querido hacer la amniocentesis.." Vamos, que te quede claro que la culpa no es suya, es tuya por tener en cuenta las estadísticas: la probabilidad de que salga mal la prueba es de un uno por ciento y la probabilidad de que tenga un hijo con problemas de un uno por mil. Eso sin tener en cuenta que solo se detectan dos de esos problemas.
Estaba el otro lado, el tranquilizador, Navarrete y mi padre. Navarrete, porque a pesar de enviarte a alguna prueba extra lo hacía con el siguiente mensaje: "la hago porque la tengo que hacer, porque existe una posibilidad, pero en todos los años que llevo de ginecólogo solo lo he visto en los libros". Mi padre, porque llamó para decirme "hija, no te preocupes, que cada uno evoluciona a un tiempo. ¿No has visto que comienzan con los ojos en el cogote y con pinta de renacuajo?". En ese caso era un riñón más pequeño que el otro.
Al final la niña, perfecta.
En este embarazo lo volvió a intentar con la amnio. Me envió a genética del Doce de Octubre. Allí me dijeron que tenía las mismas probabilidades que cualquiera, que el caso de mi prima, por el cariotipo, había sido al azar. Que si los indicadores no decían lo contrario, estaba descartada la amniocentesis. Mi tocóloga no se quedó muy satisfecha, pero tuvo que aguantarse. ¿Solución? ¡¡¡Tengo que tener el azúcar alto!!!
Vamos, que se empeñó en mandarme la curva larga y pese a que su sustituto me dijo que estaba todo bien, ella me la ha vuelto a mandar. ¿Motivo? Que ella, y solo ella, considera los valores límite más bajos.
Pues lo siento mucho, pero ese día solo me voy sacar sangre en ayunas, porque me tienen que seguir mirando el tiroides. El chute de glucosa se lo pueden tomar ellos y las cuatro horas parada y aburrida lo mismo. Vamos, que no tengo antojos, pero tampoco pienso satisfacer los del resto.
Además ¿a vosotros no os pasa que cando te prohíben algo te dan unas ganas de hacerlo o comerlo o...? ¡¡¡Ese espíritu rebelde!!!.
viernes, 18 de septiembre de 2009
DE COMPRAS
Hay dos días en los que no se debe ir de compras:
1.- Ese día en el que te ves fantástica. Todo te lo pruebas y todo te sienta bien. ¿Qué escoges? ¡¡¡Tooooodo!!! Y a fundir la tarjeta. Un mal día, hay que ser más moderado. Al final el armario acaba lleno de cosas que quizá no te pongas.
2.- El opuesto. Te ves fea, despeinada, gorda. "Esto me iría mejor a la cara con una capa de maquillaje que disimulara esta cara de muerta". Ese día también es malo. Como en el primer caso te lo pruebas todo, la diferencia es que no te gustas con nada. Mal día también. La cuenta corriente se queda intacta, pero tu autoestima por los suelos.
Puede ocurrir una tercera opción, la mía. Tengo hoy cena celebrando mi cumple. Me llevan a un sitio chulo (sorpresa por supuesto) y no tengo nada que ponerme. Bueno, nada que considere aceptable para tal evento. Solo una cosa, un vestido negro, pero está para lavar. Total, disponibilidad cero.
Salgo de compras. Mi idea, o un vestido o unos pantalones de vestir que me pueda poner con un jersey muy chulo negro que no he estrenado. No discrimino en tiendas, me valen todas. Desde las más baratas, Kiabi, H&M, hasta las más caras, Prenatal, El Corte Inglés... Como ya he dicho antes, me he probado de todo. Que si esto me hace mucha tripa (normal, estás embarazada), que si este me hace muy gorda (¿es que no te das cuenta de que estás embarazada? Hija, es lo que tiene, que una coge peso y, para colmo, en el tercer trimestre ya, se ensancha). Resultado: la autoestima por los suelos, una ciática del copón del palizón a andar, agacharme, levantarme, etc. que me he dado y, para más inri, la visa fundida, porque algo tenía que llevarme ¡que me voy de cena!
Y digo yo ¿Por qué no me habré quedado en casita, aprovechando ese tiempo en una buenísima siesta que falta me hace? Así, habría ido con la cara monísima de lo descansadita, habría tenido tiempo para darme una relajante ducha y terminar con un repaso de maquillaje (que con lo poco que me pinto he perdido práctica), la cuenta estupenda de la muerte, ¿y la ropa? El fabuloso y sexy jersey negro con unos vaqueros ¡¡¡Y que me diga algo el del restaurante pijo!!!
Ahora os dejo a ver si consigo hacer todo lo de último párrafo, pero en tiempo record. Eso si, la ropita espero que sea de las últimas compras, más que nada por el esfuerzo.
1.- Ese día en el que te ves fantástica. Todo te lo pruebas y todo te sienta bien. ¿Qué escoges? ¡¡¡Tooooodo!!! Y a fundir la tarjeta. Un mal día, hay que ser más moderado. Al final el armario acaba lleno de cosas que quizá no te pongas.
2.- El opuesto. Te ves fea, despeinada, gorda. "Esto me iría mejor a la cara con una capa de maquillaje que disimulara esta cara de muerta". Ese día también es malo. Como en el primer caso te lo pruebas todo, la diferencia es que no te gustas con nada. Mal día también. La cuenta corriente se queda intacta, pero tu autoestima por los suelos.
Puede ocurrir una tercera opción, la mía. Tengo hoy cena celebrando mi cumple. Me llevan a un sitio chulo (sorpresa por supuesto) y no tengo nada que ponerme. Bueno, nada que considere aceptable para tal evento. Solo una cosa, un vestido negro, pero está para lavar. Total, disponibilidad cero.
Salgo de compras. Mi idea, o un vestido o unos pantalones de vestir que me pueda poner con un jersey muy chulo negro que no he estrenado. No discrimino en tiendas, me valen todas. Desde las más baratas, Kiabi, H&M, hasta las más caras, Prenatal, El Corte Inglés... Como ya he dicho antes, me he probado de todo. Que si esto me hace mucha tripa (normal, estás embarazada), que si este me hace muy gorda (¿es que no te das cuenta de que estás embarazada? Hija, es lo que tiene, que una coge peso y, para colmo, en el tercer trimestre ya, se ensancha). Resultado: la autoestima por los suelos, una ciática del copón del palizón a andar, agacharme, levantarme, etc. que me he dado y, para más inri, la visa fundida, porque algo tenía que llevarme ¡que me voy de cena!
Y digo yo ¿Por qué no me habré quedado en casita, aprovechando ese tiempo en una buenísima siesta que falta me hace? Así, habría ido con la cara monísima de lo descansadita, habría tenido tiempo para darme una relajante ducha y terminar con un repaso de maquillaje (que con lo poco que me pinto he perdido práctica), la cuenta estupenda de la muerte, ¿y la ropa? El fabuloso y sexy jersey negro con unos vaqueros ¡¡¡Y que me diga algo el del restaurante pijo!!!
Ahora os dejo a ver si consigo hacer todo lo de último párrafo, pero en tiempo record. Eso si, la ropita espero que sea de las últimas compras, más que nada por el esfuerzo.
viernes, 11 de septiembre de 2009
COMO UN COLADOR... Y MULTICOLOR
Así tengo mis brazos después de que el lunes 31 me hicieran la prueba de la curva de glucosa.
Este año las vacaciones han venido condicionadas por las citas médicas. ¡Y no son pocas! Más, si tenemos en cuenta de que llevo el embarazo por la seguridad social y por el médico privado. El primero por inercia, el segundo porque me da seguridad (el médico en si, no porque sea de pago). Menos mal que esta vez, Navarrete, el médico de la aseguradora, no me repite las pruebas que ya me hacen por otro lado y solo le tengo que llevar los resultados. No obstante, los tiempos en los que se realizan las pruebas están muy claritos y, en principio, creo que no se pueden saltar. Total, que entre playa y playa ha tocado pasar unas largas esperas en el centro de salud.
En Julio tocaba la ecografía del segundo trimestre y citas varias con matrona y tocóloga. La ecografía siempre es agradable. Me encanta ver su carita, su cuerpecito... además, o la aparatología ha mejorado de mi primer embarazo al segundo, o estoy más preparada para ver lo que me muestran en pantalla. Esta eco tiene el aliciente, para quien lo quiera averiguar, de que te dicen el sexo del bebé. ¡¡¡Un machote!!! Y ahora lo digo con alegría, pero tengo que reconocer que lo primero que hice al salir de la consulta fue ponerme a llorar a moco tendido. Y no porque sienta que le vaya a querer menos ni nada por el estilo, más bien es la desilusión de querer otra niña y que no haya sido así.
En Agosto, la prueba de la glucosa o test de O`Sullivan. Esta es otro cantar. Vas en ayunas, citada a las 08.00h de la mañana (hora que si en algo agradezco es por el análisis de orina, desde las seis de la mañana ando despierta esperando que suene el despertador y poder ir al baño). Una vez allí pides la vez, y por si las moscas el expendedor de numeritos que hay en la pared es para ti, coges uno. Al rato sale una enfermera para decirte que tienes que entregar las muestras de orina en otro sitio y que lo tienes que hacer primero. Allá que vamos una caravana de embarazadas con nuestros trofeos en mano. Cuando la auxiliar se digna a atendernos, es para decirnos que las embarazadas tenemos que ir primero a otra ventanilla, coger la etiquetas y con ellas volver allí... pero que abren a las ocho y media. Y entonces es cuando no puedes evitar preguntarte ¿y para qué narices me han citado a las ocho?
Hecho todo, nos toca esperar obediéntemente en la sala de espera a que nos llamen. Mientras nos damos cuenta de que el numerito es para los que van por el sintrom. Unos lo guardamos y otros lo tiran. Sale la enfermera y grita tu nombre. Pones el brazo, te pinchan y te dan un botecito de glucosa: "Cuando salgas, te lo tomas en cinco minutos". Siguiente pregunta, una, que se lo cuestiona todo, ¿Cuando salga tengo que esperar cinco minutos antes de empezar a tomármelo o me lo tengo que tomar a lo largo de cinco minutos? Veo que cada una hace una cosa, o sea, que opto por el "justo medio", espero un poco y luego me lo tomo en cinco minutitos. Ahora toca aguantar sentada, durante una hora, sin beber, pasear o fumar (esto último no me cuesta) y sin vomitar el potingue, que sino la prueba no vale y te la tienen que repetir. Mientras, para pasar el tiempo, sudokus, libros, revistas y lo mejor, observar las tribus urbanas del centro de salud: llega un señor mayor, con su bastoncillo, poniendo a parir a la enfermera porque se han acabado los numeritos. Ésta sale a por otro rollo. Cuando vuelve comienza a repartir, pregunta por el señor y ha desaparecido. Al rato está de nuevo el señor en la puerta. Dice que le toca. Otro anciano le dice "¿y cómo es posible?, yo estaba aquí antes que usted y, además, no tenía número." El primero responde que si, y saca y grita su número. Yo miro el mío, todavía guardado en la carpeta, es el siguiente número al del anciano. ¡¡¡El buen hombre había cogido del suelo el número que tiró una embarazada porque no nos servía!!! Y lo sé porque yo repartí los números a las que estábamos allí.
Suena la alarma del móvil. Ya toca ir al segundo pinchazo. Lo bueno es que por hoy ya hemos terminado, ahora solo queda esperar los resultados.
Martes 25 de Agosto, ha pasado una semana y miro en la agenda a ver a qué hora me toca ir el jueves a recoger los resultados en la tocóloga. ¿El jueves? ¿Dé dónde he sacado yo eso? ¡¡¡Me tocaba hoy!!! Sudores fríos hasta que me digo, mañana mismo me presento a primera hora en la consulta a ver si me puede atender. Dicho y... ¿hecho? ¡¡¡Los que tenéis niños sabéis lo difícil que es llegar a la hora que tenías pensada a un sitio!!! Pero lo conseguimos. Y nos atendieron: "menos mal que has venido hoy y no ayer, porque acaban de llegar tus resultados". No, si al final es que mi subconsciente me dijo que ir para "ná" era tontería. A partir de ahí. Que si he engordado mucho, que si me ha dado la prueba un resultado alto y tengo que hacer la curva larga, que si... Al final puedo meter baza y comento que estoy muy, muy cansada, que me ahogo con hacer una cama y que no me parece normal. "Si, tienes un poco de anemia, te voy a mandar hierro". Insisto: "¿Y ya que me hacen otra analítica, no le importaría hacerme una prueba de hormonas? Con Paula me dió hipotiroidismo y aquí no lo hemos seguido controlando" "Lo voy a mandar también". Y a la enfermera: "anota, analítica con orina" "¿Y sedimentación?" "No, esa ya se ha hecho, orina y dale la dieta". Me reiteran que estoy gorda, para animar el alma y el espíritu y que salga de buen humor de la consulta, y me citan para septiembre con su compañero, porque ella está de vacaciones. Me dirijo a la puerta con los papeles en la mano y pregunto si me tengo que llevar los tubos para la orina. "¿Orina? No, si es analítica solamente" " Es que me ha parecido oir que también tenía orina" "No, no, no." Pongo cara rara y abro la puerta... "¡espera, es verdad, te he pedido orina!" Cuando ya estamos mi pitufa y yo en la puerta del centro de salud, nos damos la vuelta, ¡no me han dado la famosa e importante dieta! ¡¡¡En qué manos estoy!!!
Dos días más tarde, la matrona. Debo de ser masoca, porque vuelvo a aguantar lo de que si he engordado mucho, que si tengo que tener cuidado con la comida, que si... vamos, que una es consciente que en el veranito no ha controlado mucho la alimentación ¡pero solo he cogido 8 kilos en siete meses y si el tope de azucar era 140, he dado 143! ¡¡¡Que me ponen como una terrorista de la comida!!! Lo peor, me ha llegado la cita de la curva larga, el lunes. Tengo que hacer dieta desde este mismo día (viernes 28 de Agosto) y mañana nos vamos a la Warner con la gordita. La dieta, fácil donde las haya, que si 20 gr de pan, 200 de judías verdes, 150 de filete... ¡¡¡si no tengo peso en casa!!! Solución, al tuntún, intentando seguirla más o menos. Vamos, que en la Warner no me pasé, pero en la cena mi marido, solidario donde los haya, propone ir de tapitas a San Martín de la Vega. Después de las judías y el filete una se pimpló 3 croquetas ¡¡¡que no soy de piedra!!! ¡¡¡Demasiado que pude resistirme a las patatitas ali-oli!!!
Llega el tan esperado y temido lunes. Primero por la prueba de orina. Una, meona donde las haya, aguantando estoicamente toda la noche a que llegue la hora donde poder desahogarse. Segundo por el remordimiento de conciencia. ¿Tendría que haber hecho mejor la dieta? El caso es que dependiendo de con quien hablara le habían dado dieta o no, por lo que tan importante no debía de ser. Tercero, si ya fue pesada una hora ¿qué va a ser con las mínimo 3 horas que dura esta prueba? Por si las moscas una va cargada con libros (dos por si me aburro de uno poder cambiar la temática), sudokus, DS y un par de revistas de esas que solo compras para estos casos, por lo menos yo (belleza, moda, etc..). Esta vez ya sé el orden de los "elementos" y realizo el papeleo como una auténtica experta. Espero la llamada y cuando esta se produce ofrezco mi brazo izquierdo para la tortura. Esta vez, cuando me dan el botecito, solicito me aclaren lo de los cinco minutos. "Pues si que lo debemos decir mal, mucha gente nos lo pregunta, no te lo bebas de golpe, sino en unos 5 o 10 minutos para que no te siente mal". Y yo pienso. Si lo pregunta más gente ¿por qué no lo explican bien desde un primer momento? Esta vez paso por mareos, sin llegar a vomitar, bajón de tensión, malestar... pero poco a poco va pasando. Lo peor, no me dejan beber ni agua y esa glucosa me demanda a gritos unos centilitros de tan estimado líquido.
Con todo el "ocio" que llevo es imposible aburrirse. No obstante, lo mejor sigue siendo el observar. No lo puedo evitar, una es de natural cotilla, me pasa lo mismo en el metro. Esta vez lo que me llama la atención es otra embarazada. Llega poniendo el grito en el cielo porque no le habían dicho que tenía que hacerse una prueba de orina y por lo tanto no llevaba las muestras. "No pasa nada, le damos un botecito y nos lo trae ahora". Una vez lo entrega, le pinchan, le dan la glucosa y a esperar. En esto suena su teléfono. Comienza contando a su interlocutor, y a toda la sala, lo que ha pasado con su preciado pis. Se termina el bote, se levanta para tirarlo y mientras dice "menos mal que me has llamado, así se me pasa antes el tiempo". Seguidamente sale a la calle a pasear mientras charla. Yo me pregunté seriamente si no le dijeron lo de la orina, si no se enteró, o si se enteró pero hizo caso omiso, igual que estaba haciendo con lo de que no se puede andar. No se por qué, me inclino por la última opción. La otra fue una chinita, que según me contaron unos señores del sintrom, salieron a buscarla porque debía de haberse hecho la segunda analítica hacía hora y media. La pobre había entendido mal lo del tiempo. Ella interpretó que a cada 5 minutos debía de darle un sorbito al bote (¿veis como se explican mal?). La lástima es que tendrán que repetirle la prueba otro día.
Por mi parte, en la segunda analítica me tuvieron que pinchar en el mismo brazo. no encontraban la vena en el derecho. En la tercera se esforzaron un poco más y me pincharon el derecho, para volver al izquierdo en el cuarto. "No te preocupes, es solo un pinchazo". Eso es lo que te dicen, pero se les olvida añadir:"uno detrás de otro". Al terminar, las recomendaciones: "Puedes comer, pero no dulce". Hombre, lo de comer se agradece, más si tienes en cuenta que era más de la una de la tarde. Lo del dulce ¿quien diablos pensaba en el dulce? ¡¡¡Yo soñaba con bocatas de jamón, de jamón serrano, del bueno, del de pata negra. De ese que no puedo probar hasta que de a luz por culpa de la toxoplasmosis!!!
Salí muerta de hambre a por mi gordita. En el super que hay bajo la casa de mis padres me compré los ingredientes para un bocata de jamón... de york, me tenía que conformar con el otro. Mi hermana ya se había ido a trabajar y la peque estaba con la vecina, "Super J". Al entrar y ver lo que llevaba, super J me ofrece cocidito. ¡¡¡Me supo a gloria!!! La sopita, los garbanzos, el relleno.. ¿Lo saboreais? Porque yo ya estoy salivando de nuevo. ¡¡¡Ese cocidito me devolvió el color a la cara!!!
Hace dos días fui de nuevo a la tocóloga. Estaba el sustituto. Me pregunta si tengo que recoger resultados, le digo que si y abro la carpeta para sacar el resguardo. Mientras los busca la enfermera, él agarra mi carpeta y diciendo "las ecografías", saca el informe de la matrona. Coño, que yo no agarro sus papeles y los toqueteo y manejo como si fueran míos. Le llamo la atención discretamente. "Esas no son las ecografías, eso es de la matrona". ¿Le importó? Vamos, que hizo el mismo caso que la embarazada que salió a darse unos paseitos. Al final tenía el informe de la matrona, las ecografías y todo desperdigado por la mesa. "La analítica da bien, solo hay un resultado mal, ten cuidado con la glucosa" "¿Y la T4?" "Un poco baja, pero no pasa nada" "Es que con mi hija me dió hipotiroidismo" "Ah, entonces si, porque esto baja más a medida que avanza el embarazo". A cuadros. Vamos que buscan lo que a ellos les interesa y lo demás no importa, por mucho que tengan fluorescentes los datos. Luego, al repasar la analítica, me doy cuenta de que todos los resultados están bien, la única que está mal es la primera, la del azucar en ayunas, y ni siquiera está alta, sino baja. Vamos, que les ha dado por amargarme el embarazo.
A ver qué se cuentan en la preparación al parto, que eso seguro que me da mucho que hablar.
Entre medias el privado. Un encanto, caso omiso al peso. Me dice que tenga cuidado con el dulce, pero alucina de que por ese resultado me hayan mandado la curva larga. No obstante, que le tenga al día con lo que me salga en esta última. Y la ecografía 4D. Con Paula nos llevamos una decepción, acabábamos de ver el documental del Natioal Geographic y pensábamos ver lo mismo. ¡Ilusos! Pero lo que si tengo muy claro es que mi gordito va a tener lo mismo que mi gordita. Aquí fué un poco más decepcionante porque estaba completamente dado la vuelta, mirando a mi espalda. Con la cabeza baja, la barbilla pegada al pecho y las manitas delante de la cara. ¡¡¡Hasta que pudimos verle!!! Ahora no me arrepiento. Me encanta. Me recuerda a Paula y su carita, lo que me hace pensar si es sugestión o eso que se dice, "que todos los bebés se parecen".
Este año las vacaciones han venido condicionadas por las citas médicas. ¡Y no son pocas! Más, si tenemos en cuenta de que llevo el embarazo por la seguridad social y por el médico privado. El primero por inercia, el segundo porque me da seguridad (el médico en si, no porque sea de pago). Menos mal que esta vez, Navarrete, el médico de la aseguradora, no me repite las pruebas que ya me hacen por otro lado y solo le tengo que llevar los resultados. No obstante, los tiempos en los que se realizan las pruebas están muy claritos y, en principio, creo que no se pueden saltar. Total, que entre playa y playa ha tocado pasar unas largas esperas en el centro de salud.
En Julio tocaba la ecografía del segundo trimestre y citas varias con matrona y tocóloga. La ecografía siempre es agradable. Me encanta ver su carita, su cuerpecito... además, o la aparatología ha mejorado de mi primer embarazo al segundo, o estoy más preparada para ver lo que me muestran en pantalla. Esta eco tiene el aliciente, para quien lo quiera averiguar, de que te dicen el sexo del bebé. ¡¡¡Un machote!!! Y ahora lo digo con alegría, pero tengo que reconocer que lo primero que hice al salir de la consulta fue ponerme a llorar a moco tendido. Y no porque sienta que le vaya a querer menos ni nada por el estilo, más bien es la desilusión de querer otra niña y que no haya sido así.
En Agosto, la prueba de la glucosa o test de O`Sullivan. Esta es otro cantar. Vas en ayunas, citada a las 08.00h de la mañana (hora que si en algo agradezco es por el análisis de orina, desde las seis de la mañana ando despierta esperando que suene el despertador y poder ir al baño). Una vez allí pides la vez, y por si las moscas el expendedor de numeritos que hay en la pared es para ti, coges uno. Al rato sale una enfermera para decirte que tienes que entregar las muestras de orina en otro sitio y que lo tienes que hacer primero. Allá que vamos una caravana de embarazadas con nuestros trofeos en mano. Cuando la auxiliar se digna a atendernos, es para decirnos que las embarazadas tenemos que ir primero a otra ventanilla, coger la etiquetas y con ellas volver allí... pero que abren a las ocho y media. Y entonces es cuando no puedes evitar preguntarte ¿y para qué narices me han citado a las ocho?
Hecho todo, nos toca esperar obediéntemente en la sala de espera a que nos llamen. Mientras nos damos cuenta de que el numerito es para los que van por el sintrom. Unos lo guardamos y otros lo tiran. Sale la enfermera y grita tu nombre. Pones el brazo, te pinchan y te dan un botecito de glucosa: "Cuando salgas, te lo tomas en cinco minutos". Siguiente pregunta, una, que se lo cuestiona todo, ¿Cuando salga tengo que esperar cinco minutos antes de empezar a tomármelo o me lo tengo que tomar a lo largo de cinco minutos? Veo que cada una hace una cosa, o sea, que opto por el "justo medio", espero un poco y luego me lo tomo en cinco minutitos. Ahora toca aguantar sentada, durante una hora, sin beber, pasear o fumar (esto último no me cuesta) y sin vomitar el potingue, que sino la prueba no vale y te la tienen que repetir. Mientras, para pasar el tiempo, sudokus, libros, revistas y lo mejor, observar las tribus urbanas del centro de salud: llega un señor mayor, con su bastoncillo, poniendo a parir a la enfermera porque se han acabado los numeritos. Ésta sale a por otro rollo. Cuando vuelve comienza a repartir, pregunta por el señor y ha desaparecido. Al rato está de nuevo el señor en la puerta. Dice que le toca. Otro anciano le dice "¿y cómo es posible?, yo estaba aquí antes que usted y, además, no tenía número." El primero responde que si, y saca y grita su número. Yo miro el mío, todavía guardado en la carpeta, es el siguiente número al del anciano. ¡¡¡El buen hombre había cogido del suelo el número que tiró una embarazada porque no nos servía!!! Y lo sé porque yo repartí los números a las que estábamos allí.
Suena la alarma del móvil. Ya toca ir al segundo pinchazo. Lo bueno es que por hoy ya hemos terminado, ahora solo queda esperar los resultados.
Martes 25 de Agosto, ha pasado una semana y miro en la agenda a ver a qué hora me toca ir el jueves a recoger los resultados en la tocóloga. ¿El jueves? ¿Dé dónde he sacado yo eso? ¡¡¡Me tocaba hoy!!! Sudores fríos hasta que me digo, mañana mismo me presento a primera hora en la consulta a ver si me puede atender. Dicho y... ¿hecho? ¡¡¡Los que tenéis niños sabéis lo difícil que es llegar a la hora que tenías pensada a un sitio!!! Pero lo conseguimos. Y nos atendieron: "menos mal que has venido hoy y no ayer, porque acaban de llegar tus resultados". No, si al final es que mi subconsciente me dijo que ir para "ná" era tontería. A partir de ahí. Que si he engordado mucho, que si me ha dado la prueba un resultado alto y tengo que hacer la curva larga, que si... Al final puedo meter baza y comento que estoy muy, muy cansada, que me ahogo con hacer una cama y que no me parece normal. "Si, tienes un poco de anemia, te voy a mandar hierro". Insisto: "¿Y ya que me hacen otra analítica, no le importaría hacerme una prueba de hormonas? Con Paula me dió hipotiroidismo y aquí no lo hemos seguido controlando" "Lo voy a mandar también". Y a la enfermera: "anota, analítica con orina" "¿Y sedimentación?" "No, esa ya se ha hecho, orina y dale la dieta". Me reiteran que estoy gorda, para animar el alma y el espíritu y que salga de buen humor de la consulta, y me citan para septiembre con su compañero, porque ella está de vacaciones. Me dirijo a la puerta con los papeles en la mano y pregunto si me tengo que llevar los tubos para la orina. "¿Orina? No, si es analítica solamente" " Es que me ha parecido oir que también tenía orina" "No, no, no." Pongo cara rara y abro la puerta... "¡espera, es verdad, te he pedido orina!" Cuando ya estamos mi pitufa y yo en la puerta del centro de salud, nos damos la vuelta, ¡no me han dado la famosa e importante dieta! ¡¡¡En qué manos estoy!!!
Dos días más tarde, la matrona. Debo de ser masoca, porque vuelvo a aguantar lo de que si he engordado mucho, que si tengo que tener cuidado con la comida, que si... vamos, que una es consciente que en el veranito no ha controlado mucho la alimentación ¡pero solo he cogido 8 kilos en siete meses y si el tope de azucar era 140, he dado 143! ¡¡¡Que me ponen como una terrorista de la comida!!! Lo peor, me ha llegado la cita de la curva larga, el lunes. Tengo que hacer dieta desde este mismo día (viernes 28 de Agosto) y mañana nos vamos a la Warner con la gordita. La dieta, fácil donde las haya, que si 20 gr de pan, 200 de judías verdes, 150 de filete... ¡¡¡si no tengo peso en casa!!! Solución, al tuntún, intentando seguirla más o menos. Vamos, que en la Warner no me pasé, pero en la cena mi marido, solidario donde los haya, propone ir de tapitas a San Martín de la Vega. Después de las judías y el filete una se pimpló 3 croquetas ¡¡¡que no soy de piedra!!! ¡¡¡Demasiado que pude resistirme a las patatitas ali-oli!!!
Llega el tan esperado y temido lunes. Primero por la prueba de orina. Una, meona donde las haya, aguantando estoicamente toda la noche a que llegue la hora donde poder desahogarse. Segundo por el remordimiento de conciencia. ¿Tendría que haber hecho mejor la dieta? El caso es que dependiendo de con quien hablara le habían dado dieta o no, por lo que tan importante no debía de ser. Tercero, si ya fue pesada una hora ¿qué va a ser con las mínimo 3 horas que dura esta prueba? Por si las moscas una va cargada con libros (dos por si me aburro de uno poder cambiar la temática), sudokus, DS y un par de revistas de esas que solo compras para estos casos, por lo menos yo (belleza, moda, etc..). Esta vez ya sé el orden de los "elementos" y realizo el papeleo como una auténtica experta. Espero la llamada y cuando esta se produce ofrezco mi brazo izquierdo para la tortura. Esta vez, cuando me dan el botecito, solicito me aclaren lo de los cinco minutos. "Pues si que lo debemos decir mal, mucha gente nos lo pregunta, no te lo bebas de golpe, sino en unos 5 o 10 minutos para que no te siente mal". Y yo pienso. Si lo pregunta más gente ¿por qué no lo explican bien desde un primer momento? Esta vez paso por mareos, sin llegar a vomitar, bajón de tensión, malestar... pero poco a poco va pasando. Lo peor, no me dejan beber ni agua y esa glucosa me demanda a gritos unos centilitros de tan estimado líquido.
Con todo el "ocio" que llevo es imposible aburrirse. No obstante, lo mejor sigue siendo el observar. No lo puedo evitar, una es de natural cotilla, me pasa lo mismo en el metro. Esta vez lo que me llama la atención es otra embarazada. Llega poniendo el grito en el cielo porque no le habían dicho que tenía que hacerse una prueba de orina y por lo tanto no llevaba las muestras. "No pasa nada, le damos un botecito y nos lo trae ahora". Una vez lo entrega, le pinchan, le dan la glucosa y a esperar. En esto suena su teléfono. Comienza contando a su interlocutor, y a toda la sala, lo que ha pasado con su preciado pis. Se termina el bote, se levanta para tirarlo y mientras dice "menos mal que me has llamado, así se me pasa antes el tiempo". Seguidamente sale a la calle a pasear mientras charla. Yo me pregunté seriamente si no le dijeron lo de la orina, si no se enteró, o si se enteró pero hizo caso omiso, igual que estaba haciendo con lo de que no se puede andar. No se por qué, me inclino por la última opción. La otra fue una chinita, que según me contaron unos señores del sintrom, salieron a buscarla porque debía de haberse hecho la segunda analítica hacía hora y media. La pobre había entendido mal lo del tiempo. Ella interpretó que a cada 5 minutos debía de darle un sorbito al bote (¿veis como se explican mal?). La lástima es que tendrán que repetirle la prueba otro día.
Por mi parte, en la segunda analítica me tuvieron que pinchar en el mismo brazo. no encontraban la vena en el derecho. En la tercera se esforzaron un poco más y me pincharon el derecho, para volver al izquierdo en el cuarto. "No te preocupes, es solo un pinchazo". Eso es lo que te dicen, pero se les olvida añadir:"uno detrás de otro". Al terminar, las recomendaciones: "Puedes comer, pero no dulce". Hombre, lo de comer se agradece, más si tienes en cuenta que era más de la una de la tarde. Lo del dulce ¿quien diablos pensaba en el dulce? ¡¡¡Yo soñaba con bocatas de jamón, de jamón serrano, del bueno, del de pata negra. De ese que no puedo probar hasta que de a luz por culpa de la toxoplasmosis!!!
Salí muerta de hambre a por mi gordita. En el super que hay bajo la casa de mis padres me compré los ingredientes para un bocata de jamón... de york, me tenía que conformar con el otro. Mi hermana ya se había ido a trabajar y la peque estaba con la vecina, "Super J". Al entrar y ver lo que llevaba, super J me ofrece cocidito. ¡¡¡Me supo a gloria!!! La sopita, los garbanzos, el relleno.. ¿Lo saboreais? Porque yo ya estoy salivando de nuevo. ¡¡¡Ese cocidito me devolvió el color a la cara!!!
Hace dos días fui de nuevo a la tocóloga. Estaba el sustituto. Me pregunta si tengo que recoger resultados, le digo que si y abro la carpeta para sacar el resguardo. Mientras los busca la enfermera, él agarra mi carpeta y diciendo "las ecografías", saca el informe de la matrona. Coño, que yo no agarro sus papeles y los toqueteo y manejo como si fueran míos. Le llamo la atención discretamente. "Esas no son las ecografías, eso es de la matrona". ¿Le importó? Vamos, que hizo el mismo caso que la embarazada que salió a darse unos paseitos. Al final tenía el informe de la matrona, las ecografías y todo desperdigado por la mesa. "La analítica da bien, solo hay un resultado mal, ten cuidado con la glucosa" "¿Y la T4?" "Un poco baja, pero no pasa nada" "Es que con mi hija me dió hipotiroidismo" "Ah, entonces si, porque esto baja más a medida que avanza el embarazo". A cuadros. Vamos que buscan lo que a ellos les interesa y lo demás no importa, por mucho que tengan fluorescentes los datos. Luego, al repasar la analítica, me doy cuenta de que todos los resultados están bien, la única que está mal es la primera, la del azucar en ayunas, y ni siquiera está alta, sino baja. Vamos, que les ha dado por amargarme el embarazo.
A ver qué se cuentan en la preparación al parto, que eso seguro que me da mucho que hablar.
Entre medias el privado. Un encanto, caso omiso al peso. Me dice que tenga cuidado con el dulce, pero alucina de que por ese resultado me hayan mandado la curva larga. No obstante, que le tenga al día con lo que me salga en esta última. Y la ecografía 4D. Con Paula nos llevamos una decepción, acabábamos de ver el documental del Natioal Geographic y pensábamos ver lo mismo. ¡Ilusos! Pero lo que si tengo muy claro es que mi gordito va a tener lo mismo que mi gordita. Aquí fué un poco más decepcionante porque estaba completamente dado la vuelta, mirando a mi espalda. Con la cabeza baja, la barbilla pegada al pecho y las manitas delante de la cara. ¡¡¡Hasta que pudimos verle!!! Ahora no me arrepiento. Me encanta. Me recuerda a Paula y su carita, lo que me hace pensar si es sugestión o eso que se dice, "que todos los bebés se parecen".
jueves, 10 de septiembre de 2009
JUEGO SIMBÓLICO
Todos hemos jugado alguna vez a ser médicos, maestros, policías, padres. En fin, nuestros héroes de la infancia. Yo, por lo menos, no le daba mucha importancia hasta que he visto a mi hija.
Desde bien pequeña representa perfectamente los personajes. Si un día va al médico, lo siguiente que hace es curar a sus muñecos. Si me acompaña al veterinario, enseguida llega a casa y es "Carolina" salvando a sus animalitos. Si vamos a la peluquería, se convierte en Santi y nos "arregla" a todos en la casa el pelo. Pero su mayor referencia, no nos engañemos, somos sus padres. Así cocina, besa a sus muñecos, les da tetita...
Gracias a esa capacidad de reproducir las situaciones diarias, nos dimos cuenta de que algo iba mal en la guardería. Castigaba a sus muñecos, les chillaba, y cuando le preguntabas por qué lo hacía contestaba "es que se ha portado mal, se ha levantado" o algo parecido. Algunas madres lo comentamos y todas habíamos notado ese cambio de actitud. La profesora había cambiado y el trato no era el mismo, algo evidente.
Aunque tienen un carácter propio, son "personitas" como se define mi hija, no podemos negar que somos su referencia. Somos su mayor ídolo y su ejemplo a seguir. Si les observamos podemos darnos cuenta de lo que estamos haciendo bien o mal.
Ayer me di cuenta de que hay algo que debo cambiar.
Siempre he sabido que era mal hablada, pero no le he dado importancia, o por lo menos no la suficiente, hasta que he tenido un hijo. Mis reiterados tacos, unidos a su fantástica memoria y a su facilidad de imitación son una bomba mal sonante. Y no digo que los que me rodean no digan nada que mi hija no pueda captar, pero si que no les va a influir tanto.
Tenía consulta médica y como no quedaba muy claro el horario de la cita y no quería tener a Paula mucho tiempo aburrida en la sala de espera, se quedó con mi hermana y con mi madre. Cuando vuelvo a recogerla me dice mi hermana: "lleva toda la mañana con la palabra cabronas". Y yo, pues no sé de quien lo habrá oído. ¿Que no lo sé? ¡¡¡Si me paso el día diciendo a las perras cuando hacen alguna trastada, "serán cabronas"!!! Pues efectivamente, fue su palabra favorita durante toda la mañana. Salimos a la calle y yo, toda orgullosa de mi niña, diciéndole, "princesa párate en ese árbol" o "tesoro ven por aquí" y mi gordi, que es un solete, haciendo caso... pero de repente, delante de los abuelitos que nos miran con cariño, nos suelta: "¡Cabronas, esperad!". ¡¡¡Pero si mi princesa se parece más a Shrek que a Blancanieves!!!
Hoy vamos al garage a por el coche. Ella montadita en su moto. Entra en el ascensor, se da un golpe contra la pared del fondo y suelta "¡Me cago en su padre"! Yo, blanca, intentando no darle importancia para ver si se le olvida, pero cuando salimos a la calle sigue diciendo "¡me cago en su padre, este timbre no funciona (el de la moto)!". También me considero culpable de ese improperio. Seguimos andando y grita "¡gilipollas!" y hasta que no estamos en el coche la retaila no cambia a "¡Gilipollas!, mamá he dicho gilipollas, pita". Entonces yo identifico el momento, dos días antes llevando a mi hermana al trabajo un camión me pita porque reduzco hasta la velocidad que me marca la señal de tráfico y no le sienta bien, me pita. Al rato me adelanta, teniendo que cruzar dos carriles ya que el coche del carril de al lado ha pensado lo mismo que yo, no voy a pagar una multa por exceso de velocidad. Al ponerse a nuestra altura nos pita de nuevo. Yo suelto "¡será gilipollas!" y le devuelvo la pitada.
Esto me recuerda a la anécdota que me comentaba una amiga hace unos días. LLevando su marido al peque en el coche, un mercedes les hace una pirula y dice "¿ese del mercedes es un g¡lipollas!". Al día siguiente un mercedes les adelanta y el niño le dice (con dos añitos) "¡papá, ese de la estrella es un gilipollas!". Lo dicho, tenemos que tener cuidado con lo que decimos, yo, desde luego y... ¿no os ha llamado la atención que no solo se quedara con el insulto, sino también con la marca del coche?
Objetivo: morderme la lengua para que mi niña no tenga el mismo vocabulario que un camionero... o su madre.
Desde bien pequeña representa perfectamente los personajes. Si un día va al médico, lo siguiente que hace es curar a sus muñecos. Si me acompaña al veterinario, enseguida llega a casa y es "Carolina" salvando a sus animalitos. Si vamos a la peluquería, se convierte en Santi y nos "arregla" a todos en la casa el pelo. Pero su mayor referencia, no nos engañemos, somos sus padres. Así cocina, besa a sus muñecos, les da tetita...
Gracias a esa capacidad de reproducir las situaciones diarias, nos dimos cuenta de que algo iba mal en la guardería. Castigaba a sus muñecos, les chillaba, y cuando le preguntabas por qué lo hacía contestaba "es que se ha portado mal, se ha levantado" o algo parecido. Algunas madres lo comentamos y todas habíamos notado ese cambio de actitud. La profesora había cambiado y el trato no era el mismo, algo evidente.
Aunque tienen un carácter propio, son "personitas" como se define mi hija, no podemos negar que somos su referencia. Somos su mayor ídolo y su ejemplo a seguir. Si les observamos podemos darnos cuenta de lo que estamos haciendo bien o mal.
Ayer me di cuenta de que hay algo que debo cambiar.
Siempre he sabido que era mal hablada, pero no le he dado importancia, o por lo menos no la suficiente, hasta que he tenido un hijo. Mis reiterados tacos, unidos a su fantástica memoria y a su facilidad de imitación son una bomba mal sonante. Y no digo que los que me rodean no digan nada que mi hija no pueda captar, pero si que no les va a influir tanto.
Tenía consulta médica y como no quedaba muy claro el horario de la cita y no quería tener a Paula mucho tiempo aburrida en la sala de espera, se quedó con mi hermana y con mi madre. Cuando vuelvo a recogerla me dice mi hermana: "lleva toda la mañana con la palabra cabronas". Y yo, pues no sé de quien lo habrá oído. ¿Que no lo sé? ¡¡¡Si me paso el día diciendo a las perras cuando hacen alguna trastada, "serán cabronas"!!! Pues efectivamente, fue su palabra favorita durante toda la mañana. Salimos a la calle y yo, toda orgullosa de mi niña, diciéndole, "princesa párate en ese árbol" o "tesoro ven por aquí" y mi gordi, que es un solete, haciendo caso... pero de repente, delante de los abuelitos que nos miran con cariño, nos suelta: "¡Cabronas, esperad!". ¡¡¡Pero si mi princesa se parece más a Shrek que a Blancanieves!!!
Hoy vamos al garage a por el coche. Ella montadita en su moto. Entra en el ascensor, se da un golpe contra la pared del fondo y suelta "¡Me cago en su padre"! Yo, blanca, intentando no darle importancia para ver si se le olvida, pero cuando salimos a la calle sigue diciendo "¡me cago en su padre, este timbre no funciona (el de la moto)!". También me considero culpable de ese improperio. Seguimos andando y grita "¡gilipollas!" y hasta que no estamos en el coche la retaila no cambia a "¡Gilipollas!, mamá he dicho gilipollas, pita". Entonces yo identifico el momento, dos días antes llevando a mi hermana al trabajo un camión me pita porque reduzco hasta la velocidad que me marca la señal de tráfico y no le sienta bien, me pita. Al rato me adelanta, teniendo que cruzar dos carriles ya que el coche del carril de al lado ha pensado lo mismo que yo, no voy a pagar una multa por exceso de velocidad. Al ponerse a nuestra altura nos pita de nuevo. Yo suelto "¡será gilipollas!" y le devuelvo la pitada.
Esto me recuerda a la anécdota que me comentaba una amiga hace unos días. LLevando su marido al peque en el coche, un mercedes les hace una pirula y dice "¿ese del mercedes es un g¡lipollas!". Al día siguiente un mercedes les adelanta y el niño le dice (con dos añitos) "¡papá, ese de la estrella es un gilipollas!". Lo dicho, tenemos que tener cuidado con lo que decimos, yo, desde luego y... ¿no os ha llamado la atención que no solo se quedara con el insulto, sino también con la marca del coche?
Objetivo: morderme la lengua para que mi niña no tenga el mismo vocabulario que un camionero... o su madre.
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domingo, 30 de agosto de 2009
MILLENNIUM
Me gusta leer, me encanta, pero tengo que reconocer que desde bien pequeña me dejaba guiar por el diseño de la portada y por el título. Luego me leo la contraportada a ver si puede seguir interesándome. Eso es lo que ha hecho que no me atrayera en absoluto esta trilogía. Su deprimente portada hacía que me echara para atrás. Fueron las recomendaciones y el tener la certeza de que este verano me tocaría ver la peli (mi costillo lo pronosticaba), lo que hizo que me decidiera. Comencé a buscarlos por las librerías, eso sí, con el firme propopósito de encuadernarlos a mi gusto... aunque eso signifique dejarme los dedos cosiéndoles.
Soy de las pocas personas que conozco a las que no apasionó la primera entrega, "Los hombres que no amaban a las mujeres". No es que no me gustara, es que al terminar tenía la impresión de haberlos leído mejores. El segundo me atrajo mucho más, me encantó, y el tercero, aún con sus partes un poco pesadas, me ha dejado con ganas de un cuarto.
Ahora, en la distancia, tengo que reconocer que me gustaron todos mucho más de lo que supuse en un primer momento. Es más, que me siguen dando qué pensar.
Hablando del primer libro, lo que más me ha interesado son los 3 planteamientos morales que comentan los dos protagonistas, así como sus distintos puntos de vista.
Aún sin haberlo leído los podéis contestar y os aseguro que no destrozo tampoco nada del mismo:
1.- ¿Está por encima el derecho a la intimidad de una persona, aún si descubres que es un ladrón, asesino, pederasta...? Hablamos de que lo descubres de forma no "legal"
2.- ¿Hasta qué punto la educación que recibe una persona es la única responsable de sus actos? ¿Tenemos siempre capacidad de elección y de rebelarnos?
3.- ¿Es culpable una víctima, que no denuncia y no hace nada, de lo que su "torturador" siga haciendo con otras personas?
Para los que han leído los libros, decir que yo, excepto matices, me acerco más a la opinión de Lisbeth Salander. Y hablando de ella, es lo que peor he visto en la adaptación que han hecho para la película, su personaje.
Foto obtenida de http://carteles.metropoliglobal.com/wp/los-hombres-que-no-amaban-a-las-mujeres-millennium-i/
La película tiene, como todas, sus pegas. La primera que tu imaginación es distinta a la del director. La segunda que en los libros tan densos siempre hay que eliminar cosas. No obstante, me parece una adaptación bastante buena y que no pierde la esencia del libro.
Os animo a enviciaros con las páginas escritas por Stieg Larsson y, a los que no tengan muchas ganas, a acercaros a los cines, que ya deben quedar pocos en los que la proyecten.
Os pongo un par de páginas donde poder buscar información:
http://www.serielarsson.com/index.php
http://www.loshombresquenoamabanalasmujeres.es/
Para terminar, os adelanto que habría disfrutado de lo lindo hace unos meses teniendo la habilidad de la protagonista, ser una prestigiosa hacker.
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lunes, 24 de agosto de 2009
RISAS PASADAS POR AGUA
Este sábado, ya en Madrid, celebramos el cumple de Paula. En su día hicimos una minifiesta con su amiguita de la playa, Lucía, y una parte de los abuelos. Esta vez fue la mulitudinaria que solemos hacer con los amigos y familiares que pueden venir.
La verdad es que a pesar de ser una fecha tan mala, el grupo suele salir numeroso.
Para los que no fueron, aquí les pongo un resumen para desatar envidias. ¡Lástima que no tenga fotos de todo lo que os cuento!
Comenzamos el jaleillo a eso de la una, cuando vino el cocinero, mi tío Carlos. A unos cuantos de los que llegaron después les tocó hacer de "pinches". ¡¡¡Vaya paellita rica que nos comimos!!! (de esto no tengo fotos, pero os la imagináis).
Para sobrellevar "la caló", los peques se metieron en la piscina... ¿solo los peques? Alguien más se animó.
Para los mayores nos tenían preparado otro "remojo" diferente... desde las pistolas de agua, pasando por las mangueras, los cubazos y los "piscinazos". Al final, menos dos o tres desafortunados que siguieron sufriendo este insoportable calor estival, el resto terminamos bien pasaditos por agua.
Los Instigadores
El cazador "cazado"
Los primeros remojados
Los que pensaban que se quedarían como meros espectadores
Luego cama elástica para los peques, tarta con velitas, piñata... y para los que aguantaron (pocos fueron los campeones, la verdad), cenita de barbacoa y horno de leña.
Para no romper la tradición sobró un montón de comida.
Por cierto, tengo que decir que fui una de las remojadas. No respetaron ni el hecho de ser anfitriona, ni reportera, ni de tener barrigota. ¡¡¡Habrase visto!!!
La verdad es que a pesar de ser una fecha tan mala, el grupo suele salir numeroso.
Para los que no fueron, aquí les pongo un resumen para desatar envidias. ¡Lástima que no tenga fotos de todo lo que os cuento!
Comenzamos el jaleillo a eso de la una, cuando vino el cocinero, mi tío Carlos. A unos cuantos de los que llegaron después les tocó hacer de "pinches". ¡¡¡Vaya paellita rica que nos comimos!!! (de esto no tengo fotos, pero os la imagináis).
Para sobrellevar "la caló", los peques se metieron en la piscina... ¿solo los peques? Alguien más se animó.
Para los mayores nos tenían preparado otro "remojo" diferente... desde las pistolas de agua, pasando por las mangueras, los cubazos y los "piscinazos". Al final, menos dos o tres desafortunados que siguieron sufriendo este insoportable calor estival, el resto terminamos bien pasaditos por agua.
Los Instigadores
El cazador "cazado"
Los primeros remojados
Los que pensaban que se quedarían como meros espectadores
Luego cama elástica para los peques, tarta con velitas, piñata... y para los que aguantaron (pocos fueron los campeones, la verdad), cenita de barbacoa y horno de leña.
Para no romper la tradición sobró un montón de comida.
Por cierto, tengo que decir que fui una de las remojadas. No respetaron ni el hecho de ser anfitriona, ni reportera, ni de tener barrigota. ¡¡¡Habrase visto!!!
viernes, 14 de agosto de 2009
TERCER ANIVERSARIO DE MI GORDITA-BRUJITA
Hoy mi gordita cumple 3 añazos... ¡¡¡Cuanto ha crecido!!!
Me acuerdo del día que nació. Esa hermosa sensación al ponerme a mi princesa sobre el pecho y la cara de su padre cuando, una vez cortado el cordón, la cogió mientras me cosían la episotomía. Creo que esa imagen la tengo grabada en el cerebro a fuego.
No sé cómo decirle que ella es el mejor regalo. Que es mi niña. Que la quiero con el alma. Que hace que me sienta cada día más orgullosa de ser su madre. No sé si es consciente de que me derrito cada vez que me dice: "Mamá, ¿sabes una cosa? ¡Te quiero mucho!". O cuando coge mi cara con sus manitas y me da besos. O cuando responde al decirle que es la niña más bonita del mundo con un: "¡Tú si que eres bonita!" o un "¡tú eres la preciosa!" Y si le discuto y le digo que no, que esa es ella, se enfada. Y cuando no dice nada y únicamente me sonríe.
Me encanta mirarla cuando duerme. Ver sus facciones, para mi perfectas. Disfrutar con ella cuando canta, baila, o simplemente cuando hacemos algo juntas y se "parte de risa" como dice entre carcajada y carcajada.
Alucinar de sus rapidísimos avances. Pensar lo deprisa que ha crecido, alegrarme por ello y, a la vez, sentir una tristeza interior por la sensación de que estoy perdiendo a mi niña. Creo que es el miedo a lo desconocido, a que el futuro sea distinto. Y sé que eso no significa que tenga que ser peor, solo distinto. Pero el miedo está ahí.
Mi brujita preciosa cumple tres años y ya la estamos haciendo grande. Que si el cole de los mayores. Que si ya es mayor y no puede llorar, ni hacerse pipí. Que si va a tener un hermanito y le tiene que cuidar y ayudarme. Y lo siento, para mi sigue siendo mi niña. Sigue siendo un bebé, grande, pero un bebé. No tiene que cuidar a nadie, somos sus padres los que tenemos que cuidarles a los dos. No tiene que ayudarme, ni crecer de golpe. Tiene que jugar, seguir siendo niña, disfrutar con su hermano y desarrollarse a su ritmo.
No pienso que sea mala por pillar una rabieta, ni por contradecirme, ni que ha aprendido mucho y me torea. Si acaso me arrepiento de no haber sabido responder siempre a sus necesidades como merecía, y de haber hecho más caso al resto de la gente que a mis sentimientos, intuición o a ella misma. Estoy aprendiendo. No tan rápido como quisiera, pero lo hago. No es que antes no tuviera claro qué es lo verdaderamente importante, es que cada vez lo defiendo mejor.
A veces me canso, me desespero, pierdo la paciencia y deseo como una loca tener un momento de libertad. A veces me ocurre y cuando consigo ese famoso "espacio" comienzo a echarla de menos y a envidiar a todo aquel que esté compartiendo esos minutos con ella.
Mi princesa cumple tres años y me la voy a comer a besos. Mi tesoro sigue creciendo y los que estamos a su alrededor crecemos con ella. ¡¡¡Gracias gordita!!!
Me acuerdo del día que nació. Esa hermosa sensación al ponerme a mi princesa sobre el pecho y la cara de su padre cuando, una vez cortado el cordón, la cogió mientras me cosían la episotomía. Creo que esa imagen la tengo grabada en el cerebro a fuego.
No sé cómo decirle que ella es el mejor regalo. Que es mi niña. Que la quiero con el alma. Que hace que me sienta cada día más orgullosa de ser su madre. No sé si es consciente de que me derrito cada vez que me dice: "Mamá, ¿sabes una cosa? ¡Te quiero mucho!". O cuando coge mi cara con sus manitas y me da besos. O cuando responde al decirle que es la niña más bonita del mundo con un: "¡Tú si que eres bonita!" o un "¡tú eres la preciosa!" Y si le discuto y le digo que no, que esa es ella, se enfada. Y cuando no dice nada y únicamente me sonríe.
Me encanta mirarla cuando duerme. Ver sus facciones, para mi perfectas. Disfrutar con ella cuando canta, baila, o simplemente cuando hacemos algo juntas y se "parte de risa" como dice entre carcajada y carcajada.
Alucinar de sus rapidísimos avances. Pensar lo deprisa que ha crecido, alegrarme por ello y, a la vez, sentir una tristeza interior por la sensación de que estoy perdiendo a mi niña. Creo que es el miedo a lo desconocido, a que el futuro sea distinto. Y sé que eso no significa que tenga que ser peor, solo distinto. Pero el miedo está ahí.
Mi brujita preciosa cumple tres años y ya la estamos haciendo grande. Que si el cole de los mayores. Que si ya es mayor y no puede llorar, ni hacerse pipí. Que si va a tener un hermanito y le tiene que cuidar y ayudarme. Y lo siento, para mi sigue siendo mi niña. Sigue siendo un bebé, grande, pero un bebé. No tiene que cuidar a nadie, somos sus padres los que tenemos que cuidarles a los dos. No tiene que ayudarme, ni crecer de golpe. Tiene que jugar, seguir siendo niña, disfrutar con su hermano y desarrollarse a su ritmo.
No pienso que sea mala por pillar una rabieta, ni por contradecirme, ni que ha aprendido mucho y me torea. Si acaso me arrepiento de no haber sabido responder siempre a sus necesidades como merecía, y de haber hecho más caso al resto de la gente que a mis sentimientos, intuición o a ella misma. Estoy aprendiendo. No tan rápido como quisiera, pero lo hago. No es que antes no tuviera claro qué es lo verdaderamente importante, es que cada vez lo defiendo mejor.
A veces me canso, me desespero, pierdo la paciencia y deseo como una loca tener un momento de libertad. A veces me ocurre y cuando consigo ese famoso "espacio" comienzo a echarla de menos y a envidiar a todo aquel que esté compartiendo esos minutos con ella.
Mi princesa cumple tres años y me la voy a comer a besos. Mi tesoro sigue creciendo y los que estamos a su alrededor crecemos con ella. ¡¡¡Gracias gordita!!!
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