Hace unos días nos fuimos a gastar nuestro regalito de reyes, una tarjeta para hoteles rusticae. Dado mi estado no podíamos irnos muy lejos, no vaya a ser que nos tocase parir en mitad del camino. Al final optamos por Ávila y la Sierra de Gredos. En concreto Hoyos del Espino. Por cierto, que pueblo tan pequeño, qué cantidad de bares... ¡¡¡y todos llenos!!!
Decidimos hacer una pequeña marcha con Paula siguiendo el río. Objetivo "Las Chorreras". Una inundación de experiencias nuevas para mi gordita: comió moras de las de verdad (y no las gominolas), recogió "tomatitos", cruzó el río por un puente de madera, saltó y se sentó en las rocas, caminó entre vacas y terneritos casi recién nacidos (algunos llevaban colgando todavía el cordón umbilical), sacamos fotos a los caballos y, por fin, llegamos a Las Chorreras.
Escondida tras el árbol
Cruzando el río
Sentadas en las piedras
Los caballos
¡¡¡Por fin Las Chorreras!!!
Mientras papá elegía restaurante vimos como les cambiaban las herraduras a unos caballos y decidíamos cual nos gustaba más.
Al terminar la comida jugó con un saltamontes. Le tocaba con una hojita y la criaturita saltaba... tanto jugó que llegó un momento en el que, no sé si por la confianza en que no le iban a hacer nada o por agotamiento (me inclino por esto último), el pobre se quedaba quieto mientras Paula le hacía camas y casitas con hojas y le acariciaba.
También ese fin de semana, y para finalizar, Paula aprendió a sacar fotos con la cámara de papá:
Los comienzos
Las buenas
Las creativas
¿A que quedan chulas así?
1 comentario:
Me parece que va camino que quitarle el puesto a su mamá.
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