viernes, 30 de julio de 2010

YO PRACTICO LA TERAPIA DE GRUPO


Y me he dado cuenta que desde hace un montón de tiempo.

Que yo recuerde, pero seguro que se remonta a más atrás, la cosa comenzó en la Universidad. Más que de grupo se podría considerar de duo o de pareja, porque éramos dos. Mi amiga Cristina y yo compartiendo opiniones sobre nuestras madres. Que si me dice tal o cual cosa, que si no me deja hacer, que si... Lo mejor era la conclusión ¿Si dicen y hacen lo mismo, habrán ido al mismo colegio? Por más averiguaciones que hicimos, parece ser que no se conocían de nada. Eso o nos mintieron flagrantemente.

Posteriormente llega el grupo de amigas y la exposición de comportamientos masculinos. Coño, la cosa debe de ir en los genes. Ellos se comportan igual, parecen clones y a todas nosotras nos molestan las mismas cosas. Bueno, los genes o que es muy cierto el famoso refrán de "Dios los crea y ellos se juntan" y por eso hemos llegado todos a ser amigos.

Ahora está el juntarte con parejas con hijos de edades parecidas a los tuyos. Comentas, como es lo lógico y natural lo mucho que les quieres, lo que hacen, les contemplamos ensimismados como juegan... pero también está el lado que no sabíamos antes de tenerles. El cansancio, la desesperación de darte cuenta que uno más uno no son dos, las ganas de salir corriendo en algún momento del día y pese a todo seguir ahí... esa sonrisa, esa mirada que te hace volver a la realidad de "mamá, papá, soy lo mejor que os ha pasado nunca".

En mi caso también han estado los grupos de lactancia y el foro. Ellos hicieron que en mi decisión de dar lactancia prolongada a mi hija y en nuestra forma de educarla no nos sintiéramos los seres más raros del planeta.

Yo practico la terapia de grupo y me encanta. Esa sensación de sentirme acompañada, escuchada, comprendida, no juzgada. Y no me planteo quien tiene la razón o no, porque nadie la tiene y la tenemos todos. Porque doy por hecho que la otra parte tendrá su terapia pertinente, mi madre, mi pareja y en un futuro mis hijos y tendrán razón en todo lo que dicen, porque es lo que ellos están sintiendo.

Yo practico la terapia de grupo ¿Y tú?

NOTA: la foto la he obtenido de google, en imágenes y buscando "cotilleo". No sé quien es el autor.

domingo, 18 de julio de 2010

LOS AÑOS PASAN

¡y cómo! Y los kilos pesan ¡Y cómo también!

A Paula le encanta saltar... y me temo que a Héctor le va a apasionar de la misma manera. Desde bien pequeñita, no llegaba a los dos años, nos hacía montarla en la atracción de las camas elásticas que estás con un arnés y gomas. Cómo no, todos los "expertos" desde fuera: "Paula, dobla más las rodillas para impulsarte" " Hija, no te relajes, más fuerza en el impulso" "No te tuerzas, salta en el centro"... Y cómo no, nos atrevemos a juzgar a los demás: " mira esa que mal" " con lo alto que salta ese, le daba para dar dos vueltas y no una", y un sin fín de cosas más.

Total, que este año le digo a Paula que voy a montar con ella. Yo, la reina del deporte. La que en sus años mozos no había actividad deportiva que se le resistiera. ¿Qué son unos saltitos de nada en una cama elástica sujeta por unas gomas? ¿Y dar una vueltecita, un mortal? Si se trata de coger un poco más de impulso.

Bueno, pues ya os adelanto que la teoría me la sé muy bien, pero la práctica... Primero que digo que me monto con la niña y me dice el chico "tú a la grande". Para colmo saca un arnés especial, que aguanta más peso, y me lo aprieta tanto que salen los michelines buscando aire para respirar. Imposibles de ocultar pese a que iba vestidita toda de negro, para disimular. Si con eso no era suficiente para llamar la atención me llevo incorporado el club de fans. Mis padres, Raúl y Paula, ésta un poco mosqueada porque me han puesto en marcha antes que a ella, todos gritando "Venga Charo, salta fuerte" "Una vuelta, venga" "Más impulso". Cualquiera que conozca a mi padre sabe que no necesita una vuvucela para hacerse oir, y para colmo y dejar constancia de tan irrepetible evento, mi querido marido saca sus dotes de reportero con la videocámara en mano. Os podéis hacer una idea. Me lo imagino dentro de unos años, cuando vengan los novi@s de mis hijos a casa, en vez de sacar el famoso album de fotos que los padres enseñamos tan orgullosos y que hace sentir tan ridículos a los hijos, se pondrá el vídeo de Paula chiquitita saltando y dirán, ahí es cuando mamá...

Tengo que decir que me duele todo el cuerpo. No he conseguido saltar tan alto, ni por aproximación, como lo que pensaba. Que cuesta hacerse a la idea de la altura que alcanzas y para cuando te acostumbras, el coger la inercia del salto es imposible. Si te relajas, pierdes impulso y no lo recuperas (por lo menos yo). Que por costar, cuesta hasta coordinar la llegada a la goma y el impulso que debes dar, cómo y cuando has de doblar las piernas ¿Dar una vuelta? ¿Qué es eso? Pero si casi no tengo fuerzas para impulsarme en la vertical ¿Cómo lo voy a hacer para girar en el aire? ¡Además, tengo el arnés en el gaznate, que eso no se queda en la cintura, por lo menos en la mía! Me ha cansado más que una clase de spinning, aerobic o una hora nadando, por lo menos lo que recuerdo, hace tiempo ya de eso. Y se te hace interminable. Pasado cierto tiempo no paraba de mirar el marcador y pensar "¿Cuando se pondrá a cero el puñetero?" Pero nada, han sido cinco interminables minutos de hacer el ridículo.

Lo mejor ha sido al bajarme, que pensaba que me iba de boca de lo que me temblaban las piernas por el esfuerzo. Menos mal que tenía a mi princesa saltando en la cama de al lado y me he ido a verla. A verla y a disimular. Disimular el cansancio y esperar a que se fueran algunos de los mirones que estaban mientras mi actuación estelar. Me dolía todo. Los cuádriceps, los triceps, los hombros, las manos, y sitios que ni pensaba que estaba utilizando. Y el orgullo, ese que no falte.

De esto no sé si será un momento para el olvido, o me montaré en todas las que vea hasta que consiga hacer mortal y medio. Y si, no os preocupéis, en cuanto pueda colgaré un poquito del vídeo que me grabaron.